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"Obama y la forma del tiempo"

Los habitantes del planeta asistimos a un hecho sin precedentes e inimaginable hasta hace unos meses: Obama, hombre de raza negra, asumió la presidencia de EE. UU.

En diversas latitudes, generaciones de hombres y mujeres fueron protagonistas de enfrentamientos por causas raciales producto del odio al diferente en la creencia de la supremacía de unos sobre otros, con sus consecuencias de marginación y violencia física y psicológica, para arribar a la esclavitud como forma de organización del odio inicial. A lo largo de la historia, el diferente fue considerado un enemigo a vencer.

Obama será el representante visible de un cambio sustancial en el imaginario social. Su figura agrega un eslabón al ensamblaje de las cadenas de generaciones, como si de repente se hubiera producido una mutación que abre el camino a nuevas combinaciones en el futuro. Seguramente la principal potencia del planeta tendrá que recapacitar acerca de su liderazgo en pos de una integración cada vez mayor con otros países para afrontar problemas comunes que ponen en jaque el equilibrio del globo.

Algo muy profundo se está modificando en la conciencia de los hombres producto de un lento proceso histórico de sensibilización que permite en esta instancia superar un umbral de tolerancia al que no es como yo y, por ende, tocar de manera más nítida lo que somos como especie.

En Astrología el tiempo es circular y se mide por ciclos de apertura, crecimiento, plenitud y declinación, habilitante de un nuevo inicio. Hace cuarenta años el mundo se convulsionaba con las derivaciones políticas y sociales emergentes del Mayo Francés de 1968, las que recién ahora están llegando a su fase de materialización. Una de las pintadas en las calles de París decía: "Sean realistas, pidan lo imposible".

Es muy factible que en los próximos cuatro años la humanidad asista también a lo que en términos de Sigmund Freud será la cuarta herida narcisista. La primera fue con Copérnico y el corrimiento de la Tierra como centro para ubicarse como un planeta más que gira alrededor del Sol. El segundo golpe lo asestó Darwin con su teoría de la evolución, que llevó a la salida del hombre como centro de la Creación. La tercera le correspondió al propio Freud, con su conceptualización acerca del aparato psíquico, donde el yo debe ajustar su funcionalidad a las fuerzas inconscientes y los parámetros de la conciencia moral. La cuarta herida narcisista se producirá mediante alguna evidencia irrefutable de la existencia de otras clases de inteligencia en el Sistema Solar o fuera de él. Será un descentramiento profundo de esa convicción antiquísima que nos hace sentir separados, únicos.

En la medida en que nos comprendemos como humanos interconectados, interdependientes, surge la posibilidad de que el juego pase a otro nivel de complejidad. En la medida en que seamos humanidad, podremos abrirnos a lo desconocido.

Christian Carusso, DNI 16.786.787

(psicólogo y astrólogo) - Viedma



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