|
||
"Educadores, en sus manos está el futuro" | ||
Cuando yo era chico, tenía mucha bronca a los maestros. Nos tenían zumbando. Guarda de llegar atrasado a clase. Peinado, con ropa limpia y las manos lavadas. Cada palabra mal escrita tuvimos que escribir 10 veces, hasta que estaba bien. Controlaban los deberes y aquel que no los había hecho, nota a la casa. Nunca perdimos un solo día de clases, por ningún motivo. Exigían el máximo, pero premiaban también los buenos rendimientos; fomentaban la camaradería y la solidaridad entre los chicos; exigían el mayor respeto hacia ellos y hacia las demás personas. Cuando habíamos hecho una macana y en casa se enteraban, otra reprimenda, porque entre padres y maestros trabajaban en conjunto para el bien de los chicos. Sin embargo, nada de complejos ni traumas ni psicólogos. Me acuerdo de mi infancia como de un tiempo lleno de alegría. A medida que iba creciendo y madurando, esta bronca se convirtió en gran respeto, aprecio y gratitud. Entendí que ellos nos habían capacitado con paciencia, eficiencia y su buen ejemplo. Nos permitieron encarar los grandes desafíos de la vida con fuerza, conocimientos, perseverancia y entusiasmo. Nos capacitaron para triunfar con honestidad y no rendirnos ante las dificultades que la vida tiene para cada uno. Las cosas han cambiado. Hace años que leemos en los diarios que los trabajadores de la educación (¡maestros eran los de antes!) están de huelga, protestan, marchan, arman piquetes... en fin, cumpliendo con su deber a medias, esa tarea noble, importante y sumamente digna: preparar a los chicos para una vida exitosa. Estamos en democracia, todos tienen el derecho de hacer valer sus derechos y manifestar sus disconformidades. Pero ellos deben evaluar muy bien a quién castigan con sus medidas de fuerza: a los chicos y los estudiantes. Ellos tienen el derecho humano de gozar de una educación responsable y serán la próxima generación de argentinos. Los docentes tienen que presentar sus quejas ante quienes corresponda. El pueblo votó a un presidente, un gobernador, un ministro de enseñanza, cuya obligación es escuchar sus problemas con dignidad y altura y, junto con ellos, buscar las soluciones. Para eso fueron votados de buena fe. A su vez, los gobernantes deben definir qué calidad de educación es la más conveniente, qué perfil de docente, qué remuneración será para contar con educadores altamente clasificados. A su vez, los aspirantes a esa noble profesión deben evaluar muy bien que es una tarea difícil y exigente y no ver sólo los tres meses de vacaciones y una salida laboral con pocos años de estudios. Hoy en día las cosas son difíciles para todos y cada profesión tiene lo suyo. Pero mañana, cuando sus alumnos sean grandes, las dificultades serán mucho mayores en un mundo globalizado con mucha más competencia y menos recursos. Si están bien preparados y disponen de muchos conocimientos podrán triunfar en la vida pero, si no, están condenados a vivir en la pobreza y como resentidos sociales. Señores educadores, en sus manos está el futuro de la nueva generación y, por ende, del país. Eberardo Hoepke DNI 93.328.470 San Martín de los Andes |
||
Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí | ||