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"No hay palabras para describir el dolor eterno al que nos sometieron"

El 6 de enero de 1986 los Reyes Magos nos regalaron a Facundo y una alegría inimaginable e indescriptible nos inundó. Comenzaron nuestros sueños y expectativas, ya que era nuestro primer hijo. Durante 14 años fue nuestro único hijo, compañero en nuestras vidas, estando siempre al lado nuestro tanto en las malas como en las buenas. Llegó la adolescencia y con ella sus obligaciones, travesuras y picardías; finalizó el secundario y se nos fue a estudiar a Córdoba.

Cuando la vida justo comenzaba a forjar el futuro de un joven de dieciocho años, y por qué no el nuestro como familia, en el camino se encontró con cuatro profesionales, quienes con la complicidad de los irresponsables directores del sanatorio y de las autoridades estatales (que siempre miran para un costado) le quitaron la vida.

Nos arrebataron de la peor manera a nuestro hijo. En el tortuoso camino por hallar justicia, nos encontramos con lentitud, mentiras, defensas corporativas que se transformaron en injustificables ofensas y ataques hacia nosotros, peritos de parte y testigos de dudosa idoneidad y honestidad, irregularidades de todo tipo, silencios cómplices de las autoridades de Salud, aunque también es nuestro deber resaltar el trabajo de los integrantes del Poder Judicial y del Ministerio Público que estuvieron plenamente dispuestos a conocer la verdad, determinar de qué falleció Facundo y quiénes fueron los responsables de su partida.

No alcanzan las palabras para describir el dolor eterno al que nos sometieron. Pero parece que no les alcanzó con habernos sacado a Facundo sino que además siguieron en su inhumano proceder, pretendiendo atribuirle a él las causas de su muerte, ignorando por completo que los peritos oficiales de parte, del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, siete jueces, tres fiscales y muchos médicos por lo bajo admitieron que "Facu" falleció por mala praxis médica.

A pesar de que nunca jamás volveremos a estar con Facundo, creemos que para que su partida no haya sido en vano el Estado, y principalmente el Ministerio de Salud, debió tener un comportamiento activo y no lo tuvo. En efecto, a pesar de las innumerables irregularidades cometidas por el Sanatorio Río Negro y que reiteradamente fueron dadas a publicidad (médicos sin matrícula de especialistas y por ende imposibilitados de ejercer como tales, ausencia de capnógrafo, ecógrafo portátil, jefe de Terapia Intensiva, catéter de Swan-Ganz, etc., etc.), guardó un peligroso y cómplice silencio. Queremos creer que fue porque no escucharon nuestros gritos y el de una ciudadanía entera que proclama a los cuatro vientos que se mejore el servicio de salud.

Nos resistimos a pensar que los escucharon y que, a pesar de ello, siguieron sin hacer nada.

En este objetivo de mejorar el sistema de salud, nosotros ya aportamos la vida de Facundo para demostrar las falencias que él presenta. Ojalá que no haya otros Facundos. Es deber del Estado impedir que así sea. De una vez por todas, actúen...

Sonia A. Massanet

DNI 14.516.028

Carlos A. Pablo

DNI 12.680.663

Roca



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