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Alerta roja

Desde la Segunda Guerra Mundial, cada década parece haberse caracterizado por la aparición y desarrollo de nuevos tipos de amenazas a la seguridad de los estados. Nuestro país no es la excepción.

En Europa, Asia y Estados Unidos han sufrido la endemia más peligrosa de todos los tiempos en cuanto a delitos y organizaciones se refiere. En Italia las mafias sicilianas, en Asia Las Triadas, en Japón las bandas de la Yakuza.

En EE. UU., Los Ángeles "las maras", que se formaron en las calles con individuos jóvenes marginales de los barrios pobres compuestos por inmigrantes latinos. Éstos fueron perseguidos por el FBI y muchos de ellos encarcelados con penas muy fuertes. Otros migraron a Europa y sobre todo a América Latina.

Los que fueron encarcelados se contactaron con criminales más avezados y aprendieron a organizarse, lo que ha llevado al delito a ser, en las estadísticas, lo más eficaz y de esta manera poner en jaque la seguridad de los estados en cuestión.

En Colombia, las organizaciones delictivas se han transformado en verdaderos ejércitos del terror, narcotráfico, secuestros, trata de personas, socavando las estructuras de los Estados en todos los niveles, lo que influyó en las economías regionales, en la educación, seguridad y en poderes en general.

En los años ochenta, en la Argentina se comenzó a observar muy sutilmente la presencia de hechos de narcotráfico, sobre todo por la gran extensión de frontera sin custodia (radarizada) por parte del Estado. La zona principal elegida por los narcos fue el litoral de nuestro país,la frontera con Bolivia, Paraguay y Brasil.

Las políticas desarrolladas en Latinoamérica de seguridad no han tenido el éxito buscado, por ir a contramano de las economías. Me refiero a que si no hay una buena distribución de los recursos en su población, estos resultados van a ser siempre negativos.

Las políticas de empleo, educación, salud y de seguridad son los resultados de esa distribución muy mal realizada. La pobreza es el cáncer y caldo de cultivo para acrecentar y fortalecer las mafias y organizaciones delictivas. Los ciudadanos peruanos, bolivianos, mexicanos, colombianos, han pagado muy caro estas medidas. Los argentinos no tenemos que obviar estas acciones, por lo que debemos estar alerta.

La fuerte política de Estados Unidos y su rigor en el cumplimiento de las penas por estos delitos han influenciado en la decisión de estas organizaciones de migrar a otros territorios. El nuestro es propicio para las actividades que desarrollan, porque tenemos una democracia en permanente reacomodamiento, con conflictos internos y débil en las decisiones de los poderes en competencia. Entonces, es el lugar óptimo para el desarrollo, ejercicio y ejecución de actos de estas organizaciones.

La pobreza corrompe los cimientos más fortalecidos de los Estados, instituciones y organizaciones. Sus habitantes, los de arriba y los que no tienen opciones en muchos de los casos son elementos fáciles de corromper por estas organizaciones que se alimentan de su debilidad.

Por lo cual, las instituciones del Estado y todos los que habitamos este suelo argentino debemos estar en permanente alerta roja.

Miguel Ángel Henríquez,

DNI 10.868.858

Neuquén



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