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"Y... ¿dónde está el dinero?"

Bien podría ser el título de una nueva película de aquellas que protagonizara Leslie Nielsen pero, para desgracia de los miles de millones de personas que habitamos el planeta, ésta sería una maniobra urdida por las corporaciones multinacionales y sus gerentes y aliados vernáculos en los países centrales, para dar un golpe de timón y reubicarse financieramente luego de las sucesivas crisis políticas y económicas que afectaron y afectan a varias regiones del mundo, sobre todo luego de la caída del comunismo, es decir el fin de la guerra fría.

Hasta donde pude averiguar no hubo una invasión extraterrestre que con sus platillos voladores dotados de enormes aspiradoras succionaran centenares de miles de millones de euros, dólares, yenes y demás monedas de intercambio comercial de los bancos, financieras, aseguradoras, reservas federales, etc., etc.

Esos dineros siguen estando en esta Tierra, pero...

Convengamos en que en la lista de armas de destrucción masiva, la más importante dejó de ser la bomba atómica con las que nos amenazaron desde 1945 en adelante; en este momento y desde hace algunas décadas son las Bolsas de Valores.

Están estratégicamente distribuidas en la mayoría de las capitales de los países del mundo y allí se mueven personas muy hábiles que pergeñan y cocinan los negocios y negociados más patéticos y dañinos que jamás pudiéramos imaginar; todo cubierto con el manto de la clandestinidad que significa el anonimato de los popes de las grandes corporaciones que digitan la economía mundial y someten la política a su arbitrio en todos los Estados del orbe.

La mayoría de los humanos debemos hacer un enorme esfuerzo de imaginación para intentar entender cómo se opera a través de esta telaraña macabra donde en cuestión de segundos se decide si centenares de miles de personas quedan virtualmente en la calle y en un abrir y cerrar de ojos aniquilan cualquier proyecto de vida.

Esto también está incluido en el denominado "daño colateral" tan mentado en los últimos tiempos.

El presidente de Francia, Sarkozy, hace unos meses habló de la crisis, refiriéndose a la pérdida de la confianza del pueblo en sus propias fuerzas para superarla.

Precisamente el pueblo ha delegado en estos personajes de la política la función de administrar, pero cuando aparece la crisis, siempre tratan de despegarse de los centros del poder económico-financiero a los que oportunamente les brindaron todas las facilidades legales, a veces ilegítimas, para acumular más y más riqueza.

Esto me recuerda diciembre del 2001, donde se habló de crisis terminal, de cesación de pagos, donde tuvimos cinco presidentes en diez días, donde la banca extranacional armó el corralito y el corralón para impedir que los argentinos recuperasen sus dineros que habían sido captados hábilmente a través de la oferta de suculentos intereses. En esa época tampoco hubo invasión extraterrestre, simplemente se llevaron los dineros del pueblo argentino para cubrir sus necesidades en otras regiones.

Pero a no desesperar mis queridos "chichipíos", al decir de Tato Bores, ya se están moviendo para promover un par de guerras de mediana duración, con la correspondiente conversión industrial y, vuelta la mula al trigo, las corporaciones se apoderarán de lo que les haga falta para seguir sustentando su poder.

Hace unos siglos, lo más importante eran el oro y la plata, luego fueron el cobre, el petróleo, el gas y el uranio y de ahora en más, el agua, sin la cual no hay supervivencia posible.

Todavía se siguen preguntando: y... ¿dónde está el dinero?

Fernando Trebino

LE 7.826.484

Plottier



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