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"Rememorando el centenario de la Escuela 32"

El presidente Sarmiento ha dicho: "Hay que educar al soberano" y con su enorme gran ministro de Educación Avellaneda, crearon por medio de la nación la Ley 1.420, que por muchos años será modelo educativo de todo el país.

La educación juega en dos infinitos pendulares, el espacio y el tiempo, esto es, en qué lugar y en qué momento hacemos un establecimiento educativo.

Sin embargo no podemos desconocer que la globalización existió siempre en mayor o menor grado y he aquí que se produce otro fenómeno vertical que nace de otros dos infinitos: el movimiento y la materia.

El movimiento de los parámetros políticos y la materia tan ligada a los adelantos de la civilización, que no siempre está adherida a la cultura y la tradición de los pueblos.

Se trata de instruir o educar al soberano. Instruir bajo normas rígidas o educar convirtiendo ángel al hijo de mujer, esto último es lo que hizo estos años nuestra humilde escuela. Con errores y aciertos, con sufrimientos y alegrías. Con luz divina y humana: desde la vela, la lámpara a querosén, el sol de noche o la energía eléctrica, con pocos pizarrones y tizas e improvisados borradores, con fríos y calores, con vientos, serenos y fuertes cargados de tierra, pero en cada educador la llamarada de la enseñanza-aprendizaje sin claudicar ni un solo momento, porque en cada uno de nosotros estaba impreso en forma indeleble el mensaje de amor que todo lo cura aun después de la muerte.

La enseñanza-aprendizaje pre-primaria y primaria, estará siempre acompañada de la tecnología, desde la radio a la lámpara, pasando por el transistor, el chip y cuanto otro descubrimiento que la vertiginosa teoría del conocimiento nos brinde, en el presente siglo. Por que ella es la segunda madre del crecimiento y desarrollo de la inteligencia y el cuerpo. El conocimiento de los hechos de ayer permite apreciar cualitativa y cuantitativamente las virtudes dignas de ser cultivadas hoy. Los ejemplos de generaciones anteriores sustentan los principios morales de nuestra bella escuela. Por ello al reconocer las hojas de su historia, que conjugan conocimientos y vivencias, encontramos el sentimiento, el cariño, la pertenencia de quienes pasaron por sus aulas como alumnos y educadores.

Esta es mi escuela querida, fue mi hogar, el cumplimiento de mis sueños, el anhelo de seguir viviendo luego de haberme desarraigado de mi provincia natal.

Saludo y brindo, en este primer centenario, desde lo más profundo del corazón en honor a la memoria de todos los que forjaron dignamente una educación progresiva desde su nacimiento (4/5/1908) y por el actual personal docente, administrativo, de servicio, y comunidad en general, que lucha diariamente para el engrandecimiento institucional.

Sebastián Olegario Ocampo

DNI 10.029.034

Neuquén



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