¿Cómo se hace para liquidar los valores morales de una sociedad? ¿Cuáles son los pasos a seguir para, lentamente, carcomer las raíces de la economía de un país?

¿Cuál es la receta para terminar con la credibilidad en las instituciones, en los contratos, en las leyes?

¿Cómo se fustiga diariamente a un pueblo hasta el hartazgo con manipulaciones arteras?

Las respuestas a todas estas y más preguntas relacionadas las tiene el matrimonio que gobierna la Argentina junto a su inefable séquito.

La diplomacia y las leyes tienen cada día menor validez en nuestro entorno y la violencia va tomando un empuje cada vez más grande.

Lenta pero inexorablemente un clima de tensión se va apoderando de la gente, una alienación explicable. No son buenos los pronósticos para nuestro querido país. Es muy claro que en este tiempo la Argentina está siendo despojada no sólo de bienes materiales, sino también de los pocos bienes morales e intangibles que quedan. Son estos últimos los más imprescindibles para formar una gran sociedad.

La semilla de un odio individualista puebla el corazón de nuestros gobernantes.

Es hora de levantarse, de mirar de frente, de no sucumbir lastimosamente a los designios irracionales de quienes lamentablemente poseen los títulos del poder.

Hay que honrar los contratos, las leyes, la palabra de las personas que actúan con seriedad. Hay que premiar a quienes se esfuerzan nadando en el lodo, queriendo progresar por derecha a pesar de las circunstancias.

Hay que recuperar sin demora los valores morales que se están evaporando, antes que sea muy tarde.

Borremos el manual de los Kirchner. Escribamos todos una historia de progreso, paz y honestidad; desde nuestra humilde posición.

Eduardo Grosso, 23.864.424

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