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"Se repite en todos los escenarios"

Ayer por la tarde pasé a retirar dinero de un cajero, antes que yo había una joven mamá, ella iba llevando en brazos a su beba, estaba parada al final de la hilera de personas que esperaban para entrar, todos varoncitos, señores mayorcitos y bien educados por sus familias (¿debo suponerlo? No estoy muy segura), ninguno de los cuales pareció advertir la situación (vuelvo a suponer), puesto que nadie se ofreció a declinar su turno en favor de una mamá con bebé en brazos.

Al disgusto, ya digerido, por la larga observación de la falta de las más elementales reglas de urbanidad, se sumó el de tener que tolerar que un oficial de la Policía de la provincia, joven, sin aspecto de apuro o preocupación alguna, sin un gesto o palabra a modo de pretexto (era la última persona antes de la mamá en el turno), entrara de lo más campante y la dejara allí en la calle esperando.

Aclaro que la indignación no pasa por el machismo ancestral en el que todavía mi generación ha sido educada (tengo 32 años), hubiera dado lo mismo que hubiera mujeres antes (o que supongo se hubiera sentido peor por la falta de solidaridad de género, que se sufre muy a menudo) sino por la confirmación de la deficiente educación que reciben (particularmente) nuestros servidores públicos. Es sabido por todos que la imagen en el imaginario social de la Policía como institución es altamente negativa, sin necesidad de abundar en los porqués que vienen grabados a fuego en nuestra historia y en la cotidianeidad.

Escuchamos hablar continuamente de la refundación de un pacto entre las fuerzas públicas y el resto de la sociedad, sobre la base del respeto a los derechos humanos; me pregunto, ¿cómo podemos sostenerlo (eso si es que existe) cuando en detalles tan pequeños y nimios, si se quiere, (ni hablar del trato dispensado en las comisarías y en las calles tanto a quienes presuntamente delinquen como a quienes denuncian la ocurrencia de un posible delito) se nos defrauda permanentemente?

Esta mera anécdota se repite cada día en distintos escenarios: supermercados, oficinas, micros, etc., alcanzando una entidad tal que, estimo, merece que nos hagamos como colectivo social y como individuos serios cuestionamientos respecto a nuestros valores, a cómo educamos y a cómo nos educamos y a resultado de ello cómo vivimos a diario.

Cecilia Verónica Melki

DNI 25.146.438

Neuquén



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