Tengo el agrado de dirigirme a usted con el propósito de publicar la presente en su prestigioso medio de comunicación masivo, haciéndole conocer los motivos de la misma.

Tengo dos hijos, uno de doce años de edad y otro de nueve, que concurren al establecimiento escolar (Escuela Primaria Nº 49 "Rafael Lanfré"). Días atrás en la pizarra de la galería de la escuela y en unos afiches de gran tamaño, de color rosado y escrito con fibrón negro, figuran y/o figuraban los nombres de mis hijos con una leyenda que decía "Los que no vendieron los bingos" y continuando con la larga lista de los alumnos que no habían vendido los bingos (éstos eran para recaudar fondos para los egresados de séptimo grado 2008).

Ante la situación antes mencionada, inmediatamente me comuniqué telefónicamente con la dirección de la escuela para plantear este daño moral hacia mis hijos menores; no encontrándose el director fui atendido por la docente que estaba a cargo, quién me comunicó que el director, Sr. Fidel Páez, no había concurrido a trabajar.

Al pedir explicaciones a la docente de este hecho, ésta me manifiestó que efectivamente habían sido puestos los nombres y apellidos en dicho afiche para que aprendan responsabilidad, considerando que hacer responsables a dos niños por el solo hecho de no haber vendido bingos para los egresados. Se permiten escracharlos sin importarles la edad y el daño que pueden causarles, al considerar que estos fundamentos no son valederos ni coherentes con el agravante de que las personas involucradas son los propios docentes a quienes les concedemos la educación de nuestros hijos.

Quisiera saber y preguntarles a las máximas autoridades del Consejo Provincial de Educación si existe alguna reglamentación interna o si dentro del programa educativo figura que como padre tengo la obligación de mandar a mis hijos a la escuela a que vendan bingos.

¿Desde cuándo se toman estas actitudes totalmente arbitrarias e incoherentes sin importarles el daño moral que les causan a dos niños como lo hicieron con mis hijos?

Para tratar de convencerme de que la respuesta dada en primera instancia por la docente que me había atendido no fue la adecuada, me tomé el atrevimiento de comunicarme al domicilio particular con el director de dicho establecimiento, señor Fidel Páez, a quien le narré todo lo acontecido, quién me manifestó que tenía toda la razón y cuando él regresara a la escuela solucionaría tal inconveniente.

Ahora me pregunto: ¿quién se fijó en el daño moral causado a mis hijos?

Les pido a las autoridades educativas que aparezca el responsable y/o responsables de esta actitud intolerante y autoritaria porque mis hijos y muchísimos alumnos más que a criterios de estas personas no vendieron bingos deberían ser escrachados como lo fueron.

Señores educadores: los chicos van a estudiar y a que ustedes les enseñen para que sean personas con futuro y no que se dediquen y sean maltratados por el hecho de no vender bingos.

Ahora, qué explicación van a darnos cuando ya es tarde y el daño está causado. Ojalá que alguien asuma la responsabilidad y en un futuro no ocurran estos hechos que seguramente nadie quisiera sufrir.

Hugo Rubén Salaya

DNI 12.883.915

Los Menucos