El conflicto del barrio Confluencia, de Neuquén, entre la policía y vecinos, ha desnudado un problema múltiple que enfrenta la comunidad neuquina, con raíces en desacertadas políticas oficiales para atender cuestiones sociales primarias y un gobierno carente de personalidad para resolver los problemas que se le presentan a una sociedad con profundas desigualdades, con sectores en permanente degradación y con múltiples ejemplos que lo lanzan a una peligrosa anomia.

Las tomas de tierras fiscales o privadas son un fenómeno con viejos antecedentes en la provincia del Neuquén, pero preferentemente en su ciudad capital. Durante años, los gobiernos fueron convalidando estos actos claramente ilegales porque resultaba más cómoda esa convalidación que hacer cumplir las normas vigentes y ocuparse seriamente de resolver los problemas de vivienda de los sectores a los que el Estado debe ayudar.

Así se alimentó el clientelismo que representó y representa un fuerte sustento para las denigrantes prácticas que han cimentado sucesivos éxitos electorales de quienes han gobernado y gobiernan. Así se crearon los rehenes cívicos y sociales de esta era democrática.

Cuando se consolida ese círculo vicioso es muy difícil quebrarlo; peor aún, la situación se presta para que la situación desesperante de muchos sea aprovechada por otros que hacen sus negocios particulares y entre los cuales hay muchos vinculados con los partidos del gobierno.

Quebrar esta tendencia incorporada a la cultura cotidiana no resultará fácil. Pero es imprescindible hacerlo para avanzar hacia la necesaria paz social y la erradicación de la pobreza, la indignidad y los privilegios. Pero para eso hacen falta, fundamentalmente, autoridades con fuerte respaldo ético y moral, que a partir de conductas transparentes promuevan acciones que recuperen niveles de dignidad y convivencia perdidos y nos alejen de la violencia y la confrontación intersectorial permanente.

Ricardo Villar

DNI 8.377.070

Neuquén