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"¡Chau, Carlitos!"

La infausta nueva me llegó pocas horas después de tu muerte. La preanunciaba el estado de tu salud, resquebrajada desde cuando habían comenzado a abandonarte esas células llamadas neuronas, que lo hicieron sin pedirte permiso ni avisarte. A tu enfermedad, una patología cruel y devastadora, le opusiste caprichosa y valientemente tu forma de ser, la creencia del virtuosismo propio sobre la disciplina hipocrática. No es un cargo; era tu estilo y lo respeto.

Ahora no puedo menos que en tu memoria, y por haber sido parte de mi entorno de buenos amigos, historiar tu vida, que estuvo jalonada de hitos que desinteresada y generosamente enriquecieron las diversas instituciones de la localidad. Fuiste parte viva de la vida de Roca, escrita o no; de ésta, tu ciudad por excelencia, de la que tenías "adicción", la que te vio nacer, crecer, levantarte, derrumbarte y morir, donde formaste tu familia y elegiste a tus amigos. Trabajador, inteligente, desprendido y también algo egocéntrico, para qué negarlo, pero es una bicoca ante tu grandeza.

Carlos "Cholo" Madariaga fue partícipe de sucesos resonantes para la comunidad, como la biblioteca pública, casi todos los clubes deportivos, la ex Liga Deportiva Confluencia y su tribunal de penas, la Federación Rionegrina de Jubilados y el centro de jubilados, a los que entregó la pasión que ponía en todo lo que hacía y hasta sus locas fantasías de los últimos tiempos.

Enjundioso, de florida oratoria, cabeza dura (como buen vasco), discutidor (con o sin razón), fuiste capaz de encender cirios en las iglesias, leer el libro mormón y exclamar "¡Aleluya, aleluya!". Socialista de Palacios, luego radical de Balbín o Frondizi, ¿peronista? ¡vade retro!, aunque congeniaste con muchos de ellos. ¿Era malo eso? No, simplemente era tu personalidad. Nunca fuiste extemporáneo, ramplón o levantisco; más bien manso, conciliador y comprensivo. Granuja en tu adolescencia (por vos confesado) y amante de la buena lectura, no te eran desconocidos los clásicos, además de tener predilección por Mallea, Marechal, Mujica Láinez, Osvaldo Bayer y Borges, lo que te confirió una buena base cultural. Recuerdo las prolongadas charlas que manteníamos en el centro de jubilados sobre filatelia y numismática -en lo que vos eras experto y yo profano- o las discusiones, bizantinas por cierto, acerca de quién era mejor: Vargas Llosa o Carlos Fuentes.

En este mundo quedamos aún amigos como Mario Rivoire, Alberto Rodríguez, Aldo Iriarte y yo, como otros más, a los que nos invade el dolor por tu partida, aunque sabemos fehacientemente que ahora estás definitivamente en paz.

Amado Nervo nos dice: "Esa señora, la muerte/ está llena de respuestas,/ de respuestas para todos/ los porqués de la existencia/ silencio de los silencios, tal vez llamarla debieran/ y escuchar cosas muy hondas en medio de las tinieblas". ¡Chau, Carlitos!

Avelino Noel Sierra

DNI 5.562.300 - Roca



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