Mamá, nos quedaron tantas cosas por decir... la muerte se interpuso en el camino.

Me quedé con el "Te quiero" en la garganta, con la desesperación de ver cómo te ibas y yo sin poder hacer nada, con el abrazo que no podía darte porque sabía del dolor que te provocaba, con la necesidad de contarte las cosas que me pasaban y sin hacerlo para no ver la preocupación que, aun enferma, se reflejaba en tu mirada.

Me quedé sin compartir la alegría de ver crecer a mis hijos.

Hoy, a pesar de estos cinco años, siento que cada día te extraño más, que necesito tus abrazos, tus besos, tomar el matecito a la tarde a la sombra del parral que años antes con tus propias manos habías plantado.

Siento que nada podrá llenar el vacío que me provoca llegar a tu casa y saber que ya no estás.

Mamá, yo sé que estés donde estés (seguramente en el cielo) ya no sufrís el dolor que el maldito cáncer te provocaba y que cada día me mirás desde ese lugar... pero eso no me sirve de consuelo, porque todavía te extraño y te necesito. Te quiero, viejita.

Edith Cabrera

DNI 92.445.108

Roca