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"Función pública, ¿cargas o cargos?"

Se me ocurrió pensar sobre para qué queremos competir por una gobernación o una intendencia. Nunca se me pasó por la mente que lo hacemos para lograr un empleo que sea más redituable que el que tenemos, con el fin de progresar económicamente. Al contrario, siempre lo vi por el lado del "servidor público" que, con una vocación especial, representa a sus seguidores en la búsqueda de soluciones que contribuyan al bienestar común. Por lo visto, y a juzgar por la información aparecida en los medios, el señor gobernador se ha aumentado el "sueldo" (por lo tanto se reconoce un empleo) con el argumento de que hay empleados de carrera que cobran más que él. Quisiera hacer algunas apreciaciones con respecto a esta situación.

Con estas actitudes fomentamos el empleo público, ya que los sueldos pasarán a ser más y más altos, tornándose muy apetecibles para el resto del mercado laboral. Me parece que deberíamos desalentar el ingreso de nuevos funcionarios, mantener (por no decir: disminuir) los actuales, dictar cursos de capacitación y fomentar los retiros voluntarios. Tenemos ya demasiado empleados públicos y así no se garantiza la supervivencia del Estado. Tomemos como ejemplo nuestro hogar: si gastamos más de lo que ingresa, ¡vamos mal!

Considero que los puestos políticos deberían tener un escalafón distinto de los funcionarios de carrera, ya que en este caso el aumento del sueldo del gobernador traerá aparejado por arrastre un incremento en los de los funcionarios políticos que lo secundan y así sucesivamente para abajo en la escala de responsabilidades.

Siendo el señor gobernador un ciudadano respetable, con buena posición social, intuyo que no necesita contar con un aumento de sueldo ni gastos de representación para mejorar su situación económica. Me parece que los puestos políticos deberían ser una carga pública por la que los ciudadanos estuvieran obligados a cumplir, por determinado tiempo, una función directiva dentro del gobierno y sujetos a una política de Estado que perdurara en el tiempo (algo así como los presidentes de mesa durante los comicios). En cualquier empresa privada, los gerentes, directores y supervisores se seleccionan entre los más capacitados y con determinados perfiles según el trabajo a realizar. En "nuestra gran empresa" no tomamos los mismos recaudos y colocamos entonces a los amigos de confianza, como si eso nos garantizara idoneidad y sapiencia.

Grandeza, humildad, vocación de servicio, inteligencia. ¿Habrán desaparecido para siempre los portadores de estas virtudes?

Ricardo Dougall

DNI 10.532.537 Neuquén

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