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"Es reduccionista comparar seres humanos con animales"

Al comenzar la lectura, detenidamente iba procesando lo escrito prácticamente sin sobresalto, como un texto más referido al tema, pero al promediar iba intuyendo hacia dónde empezaba a embarcar el asunto.

Me refiero a la columna titulada "Orientación sexual y declinación social", escrita por el señor Alejandro Bevaqua para "Río Negro" en la sección Opiniones de la edición del jueves 4 de setiembre.

En primer lugar me parece hasta un despropósito "estético" de la redacción comparar esta situación con la problemática pasada entre el campo y el gobierno, por no decir una desproporción. Desde el comienzo la nota constantemente aclara que la situación homosexual humana, bajo los preceptos actuales de la medicina moderna, no está catalogada ni relacionada con patología alguna, aunque al final de la nota al relacionarla con la interacción social echa por tierra esto y define a esta relación sociedad-homosexualidad como "patología pura y que debe ser combatida como cualquier enfermedad". Al final uno se detiene a pensar y dice: en fin, declarar que una situación llevada a otra dimensión -en este caso definida como "macro social"- es patológica es querer decir eso, que es patológica. Una verdadera contradicción ¿no?

Además, qué reduccionista y simplista es al comparar seres humanos con animales o personas presas con relaciones homosexuales... volvemos a la desproporción que citaba al principio.

Ahora bien, tratándose de un profesional de la medicina, ya que se cataloga como especialista en Medicina Legal, le aclaro desde mi humilde óptica algunos conceptos científicos actuales sobre el tema. En primer lugar se ha determinado que la exposición de menores a relaciones homosexuales cercanas, en medios o hasta en sus padres, de ninguna manera es determinante para la inclinación sexual del menor expuesto. Hagamos el camino inverso: los homosexuales provienen de familias tradicionales o "normales", como prefieran, no de un repollo.

La homosexualidad siempre ha existido, desde tiempos inmemorables como bien cita, con la diferencia de que actualmente la llegada masiva de información a través de los medios a la sociedad hace que el tema se exponga en el tapete, dando lugar a una discusión que en países más avanzados culturalmente que el nuestro ya se viene dando con resultados contrarios a los conceptos de la nota referida. Con respecto a la conspiración en contra de la especie a la cual se refiere, ya que de una relación homosexual no nacen criaturas a mi humilde entender me parece que la tasa de natalidad en países como el nuestro no es un tema de preocupación, ya que uno lo ve con el masivo aumento de comercios del ramo relacionado con bebés, por citar un ejemplo, y adonde hay oferta hay demanda. Aunque debo admitir que en países europeos la tasa de natalidad o envejecimiento de la población sí es un problema. Aunque admitamos también que un 4 ó 5% de la población se estima que es homosexual, no creo que influya demasiado en la perpetuidad de la especie, como no lo ha hecho hasta ahora. Por otra parte, como bien aclara al principio que aún el mundo científico no ha podido determinar con exactitud los motivos la orientación sexual humana, ¿cómo pretende afirmar que exponer a menores a homosexuales crea más homosexuales?

Lo único que se logra con el reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo es entender que existen y darles un marco legal en el cual desenvolverse ante las varias situaciones cotidianas a las que se enfrentan, como separaciones, viudez, obras sociales, etc., las cuales usted y yo sí tenemos el mismo derecho de recibir, con el mismo trato legal que cualquier ciudadano heterosexual.

Finalmente y en relación al título de la nota, en lo referido a la hipocresía, no es mi objetivo atacarlo puntualmente sino a aquellas situaciones cotidianas de ciudadanos que toman conceptos como el vertido por usted, el de confinar la relación a un ámbito privado.

Diego Federico León Ponce, DNI 29.647.211

Centenario



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