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"Carta abierta a la presidenta de la Nación"

Le escribo a la mujer, no a la funcionaria (desempeñando el más alto cargo: la Presidencia de la República). Le escribo a la madre, no a la profesional exitosa.

Le escribo desde mi condición de mujer, ciudadana, trabajadora y con el cargo de mayor responsabilidad que me dio la vida, el de mamá. Me acerco a usted a través de este medio a casi un año de haber sido electa para conducir los destinos de todos, quienes habitamos el suelo argentino, para que juntas podamos, tal vez, encontrar la respuesta a estas preguntas ¿Qué nos pasa a los argentinos? ¿Dónde dejamos nuestros valores, aquellos que nos distinguían por solidarios, por la defensa de nuestros principios, por amar y consolidar nuestras familias? ¿Querrá usted saber por qué me inquieta tanto encontrar las respuestas a estas preguntas? Pues bien, porque estoy angustiada y a la vez azorada por los comportamientos de nuestra sociedad de hoy.

Soy mamá de dos hijos de 36 y 23 años y una hija de 21. Desde muy chicos les he enseñado acerca del respeto, la equidad, la dignidad del trabajo y hoy veo caer todos estos preceptos como un frágil castillo de naipes.

Mi hijo mayor se recibió de abogado, luego de muchos años de esfuerzo, con la expectativa de volcar sus conocimientos adquiridos. Pero créalo usted o no, pareciera que la vida le ha dado la espalda. Funcionarios ocupados en sostener sólo su lugar (ganado o no con justicia e idoneidad) parecen empeñados en socavar su voluntad y sentimientos, una y otra vez.

Él, al igual que yo, pertenece a la administración pública, en su caso municipal, en el mío nacional. Ambos en diferentes momentos hemos conocido de qué se trata cuando se habla de moobing laboral.

Yo debí alejarme de mis afectos, él pelea por los suyos. Es entonces que surge en mi cabeza una vez y otra y otra ¿qué nos pasa? ¿por qué destruimos sistemáticamente los sueños de nuestros jóvenes? ¿Por qué somos indiferentes a su desesperado grito de ayuda? Quedan tantos otros interrogantes que esta carta podría no tener fin.

Cristina, a usted, mujer, luchadora, idealista, pero por sobre todo mamá; a usted la convoco y ahora sí desde el lugar que le ha impuesto la sociedad; a ayudarme para que mis hijos recuperen la seguridad de que todo aquello que aprendieron de niños no fueron simplemente palabras sino que se pueden y deben traducir en hechos.

Laura V. Santillán, DNI 10.795.502

Roca



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