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INSPIRADO EN LAS BARDAS

Éste es el nuevo edificio del colegio de bioquímicos rionegrino, una obra que se anima a jugar con volumenes y planos.

Como siguiendo una caminata por las bardas, el nuevo edificio del Colegio de Bioquímicos plantea un impactante juego de niveles, volúmenes y planos.
“Este edificio surge a partir de un concurso –cuenta el ingeniero Atanasio Mamais, responsable del proyecto–. La comisión directiva del colegio estableció un programa de necesidades en base al que había que desarrollar un proyecto. La particularidad, para mí, de este proyecto fue apoyarme en eso pero a la vez hacer un trabajo de campo. Fui a hablar con los empleados y a ver qué trabajos hacían y cómo se interrelacionaban entre ellos para las labores diarias para, a partir de ahí, adecuar el diseño a sus necesidades”.
El ingeniero explica que “formalmente el edificio se inspiró un poco en un recorrido por el pie de las bardas donde tenés un sucesivo cambio de niveles y un juego de volúmenes y planos inclinados. También tuve en cuenta que, desde afuera, en cada volumen pudiera verse lo que pasa adentro. Esto, desde el punto de vista edilicio tiene que ver con una imagen de transparencia que se traslada a la institución también”.
La obra consta de dos bloques definidos. Por un lado, el frontal que es netamente administrativo. “Lo que se buscó en este sector es que las diez estaciones o lugares de trabajo contaran con luz natural la mayor parte del tiempo posible y que los empleados tuvieran suficiente espacio como para trabajar cómodos”, continúa Mamais.
Así, se diseñó un espacio único en donde se ubican todos los escritorios y que además tiene un privado, una kitchenet y un lugar destinado para los archivos. Este es un volumen casi enteramente de vidrio que parece como apoyado sobre un bloque más fuerte revestido en pórfido de la zona.
En la parte posterior del edificio se levantó el segundo volumen que contiene al auditorio. “Está pensado como un gran bloque revestido en chapa negra. Arriba se ubicó el salón de usos múltiples y abajo el acceso del personal, un estacionamiento para bicicletas y motos y los vestuarios”, detalla.
Ambos niveles se vinculan a través de un nexo vidriado con escaleras que permite que los dos sectores puedan funcionar si el otro está cerrado. Este nexo se completa con un pequeño jardín de invierno y está planeado que próximamente cuente con un pequeño elevador para personas en silla de ruedas. Aunque en todos los pisos se utilizó porcelanato satinado, se colocaron algunos detalles de mármol travertino como en la escalera y los umbrales. En las áreas exteriores se usó pavimento articulado, constituido por adoquines de hormigón.
Todas las áreas de servicio están recostadas sobre la medianera sur lo que permitió aprovechar en la medianera norte una mejor luz para las salas de más uso. “Nosotros pasamos buena parte de nuestra vida en el lugar donde trabajamos –agrega Mamais–, entonces, cuando planteamos el edificio se buscó que todos los empleados tuvieran visuales al exterior y que no hubiera divisiones según las jerarquías, lo que propicia un mejor ambiente”.
Además, las luminarias tienen un importante papel en este edificio tanto en el interior como en el exterior. “En el auditorio se trató de lograr distintos juegos de luces que se adaptaran a distintos eventos, así, si se hace una cena, una charla o una proyección, se puede iluminar de diferentes maneras. Además, afuera hicimos unas pequeñas caladuras con ladrillos de vidrio adentro para cortar el volumen de la piedra. Éstas se complementan con la iluminación que viene del piso creando un efecto dramático muy interesante. Me gusta trabajar con la iluminación para que genere opciones. El edificio se viste de gala si es que el evento lo necesita”, aclara el ingeniero.
“Con respecto a los colores –continúa–, usamos tonos térreos, calmos en general. Partimos de los matices del pórfido en sus diferentes tonalidades. La idea es que el aporte de color esté dado por lo que viene de afuera”.
Mamais cuenta que para este proyecto utilizó dos materiales que fueron novedosos para él. “En el auditorio utilizamos un blackout textil que yo nunca había utilizado. Lo pusimos en un sistema de cortinado de bandas orientales y que genera una división entre el auditorio y la sala de reuniones que pueden integrarse si es necesario”.
La otra innovación fue la chapa negra que se utilizó en el exterior volumen que contiene al auditorio. “Esta chapa tiene un sistema de instalación que no deja clavos ni tornillos a la vista”.
Cómodo y eficiente, este edificio busca entablar una excelente relación con la naturaleza local.

 



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