He observado con asombro los hechos acontecidos entre la noche del 22 y la madrugada del 23 del corriente en Colonia Confluencia, cuando usurpadores de un espacio público reaccionaron violentamente contra la policía que intentaba cumplir con la orden del juez de que no se consolidara la ocupación ilegal que es de público conocimiento.

En ese lapso asistimos a la vehemencia con que fue repelida la autoridad policial por parte de vándalos ilegales, desoyendo la ley e imponiendo la suya.

La policía fue desplazada hasta su comisaría y luego sitiada. Destruyeron vehículos y parte del edificio e hirieron a algunos efectivos. Era una batalla desigual; por un lado la turba atacaba con elementos contundentes, encendía gomas tratando de imponer por la fuerza sus propios códigos, los de la permisividad, los del "vale todo". Y digo que la batalla era desigual porque la Policía eligió la prudencia y la mesura para desactivar el conflicto, dejando de lado la contundente capacidad operativa que posee para la resolución de estos trances.

Luego lo vimos y oímos en distintos medios de comunicación tanto nacionales como locales, donde hacían parecer que las víctimas eran los ilegales y los uniformados, los responsables de la violencia.

Si desde el poder político, la prensa, las instituciones intermedias y/o la misma sociedad no damos un respaldo contundente al accionar de los policías, que son los verdaderos guardianes del orden y además son personas, se pueden contagiar de nuestra propia indiferencia. Y si eso ocurre, las turbas de ilegalidad serán las que impongan su propia ley en nuestra querida provincia del Neuquén.

Miguel Fierro

DNI 8.022.023

Neuquén