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"Un nuevo caso de discriminación"

En una ciudad que, por lo que sucede habitualmente, aún no aprende de sus errores, nos encontramos una vez más con situaciones de discriminación y de intolerancia del personal de seguridad (más conocidos como patovicas) de un recientemente inaugurado establecimiento de entretenimiento bailable de nuestra ciudad que se ubica sobre Ruta 22 y Av. Olascoaga.

Los acontecimientos sucedieron en la madrugada del día domingo 24 de agosto al intentar ingresar al establecimiento, luego de hacer la pertinente cola, al llegar a la entrada, la persona de seguridad me invita a retirar de la cola porque no me dejaría ingresar. Ante la consulta de cuál era el problema, esta persona argumentó que sólo se dejaba ingresar a "clientes habituales" siendo esto completamente falso considerando que en el grupo de amigos con el que concurrí algunos era la primera vez que asistían y estaban ingresando sin mayores inconvenientes. Por supuesto que al solicitar el nombre de esta persona para saber con quién uno estaba tratando, se negó rotundamente a identificarse (¿será personal del establecimiento?) e incluso al solicitarle cual era su criterio para permitir el ingreso, la respuesta fue un contundente "utilizo mi propio criterio" el cual debo destacar es muy impreciso ya que luego de estar observando el desempeño de su trabajo, uno puede ver que su apreciación se basa en la famosa "portación de cara".

Tal vez podría justificarse lo sucedido en caso de haberse detectado alguna irregularidad en mi persona, por ejemplo, haber ido vestido de manera incorrecta o quizá haber ido en estado de ebriedad, lo cual por supuesto no sucedió.

¿Hasta cuándo se seguirá manteniendo la impunidad con que se manejan estas personas? ¿Quién las apaña? El personal policial que oficia en este lugar, ¿está para proteger al ciudadano/cliente o para proteger y brindar legalidad a los actos de ilegalidad que cometen estas personas? ¿Es que acaso esperamos que esto dé pie para que suceda un nuevo caso de desaparición de personas como ha sucedido con Sergio Ávalos o más recientemente con Martín Osés? ¿Serán las autoridades municipales, provinciales y los dueños de los establecimientos tan idiotas que dejan que sigan pasando estas cosas? ¿Dónde están los controles... realmente existen?

¿Qué se podría hacer? Considero que en un principio el municipio debería habilitar un registro de personas que trabajan en la seguridad de estos establecimientos, brindarles capacitación e identificaciones visibles para que el cliente sepa con quién está tratando. El concejo deliberante en conjunto con organizaciones sociales debería ser garante de una ley que regule toda esta actividad, ya que no podemos seguir permitiendo que gente sin escrúpulos siga al acecho gozando del poder arbitrario de decidir quién entra y quién no a un establecimiento, sea de entretenimiento o no.

Marcos Manuel Cortez, DNI 27.595.973

Ex presidente Centro de Estudiantes de la

Facultad de Economía de la UNC

Neuquén



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