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El pasado domingo 17 de agosto, culminando mis vacaciones, decidimos con mi familia hacer una escapada a Primeros Pinos. Un día de sol, con un cielo diáfano, sin brisa ni viento, mucha gente, todo esto auguraba una jornada exitosa.
Lamentablemente, a media tarde, el mayor de mis hijos se me acercó con un intenso sangrado que desbordaba su bota de esquí, al retirársela observo un corte profundo en su pierna, ocasionado de la manera más insólita con el borde del calzado alquilado en ese lugar.
Sumado a esto, solicito un médico y me encuentro una vez más con la precariedad del sistema de salud, ya que sólo cuenta con un puesto de enfermería y un handy (no hay señal de celulares). Ante esto no me queda otra salida que llevar a mi hijo en mi auto al nosocomio más cercano, 45 Km., para detenerle la hemorragia y suturarle la herida.
Ahora bien, pregunto: ¿qué hubiera pasado si no lo llevo en forma urgente al hospital de Zapala?
Manejando a 120 Km./hora, controlando que no se desmayara ni se desangrara y arriesgando la vida de todos los que viajábamos en el auto.
¿Cómo le otorgan la habilitación o concesión a este negocio que cuenta con equipos totalmente deteriorados, en estado de desuso? ¿Cómo no se exige a este local, que usufructúa con el monopolio del alquiler, una ambulancia y paramédicos, como se implementó en los boliches bailables?
Tengo muchas preguntas a las que no le encuentro respuesta. Antes de terminar no puedo dejar de mencionar y agradecer los primeros auxilios que le realizó la enfermera de ese lugar y a los señores que ayudaron desde cargarlo en la camilla, sacarle la bota y despejar el camino.
Evidentemente siempre en este país nos salva la solidaridad genuina de la gente. Sería bueno que a la brevedad, ante situaciones similares, se contara con una estructura turística acorde para disfrutar la estadía y no padecer una odisea que nos haga sentir que estamos en el subdesarrollo.
Ana Alicia Luque,
DNI 16.739.506
Neuquén