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"Otra forma de ver la vida rural"

En la edición del sábado 9 de agosto se publicó una carta de lectores bajo el título "Los campesinos pobres", firmada por la señora Haydée Aguilar. Me he interesado en su contenido especialmente porque yo también soy hijo de un "campesino pobre".

Mi padre nació en el oeste de La Pampa, en cercanías de Santa Isabel, donde sus padres, o sea mis abuelos, eran crianceros en lotes fiscales. Según nos contó, los campos tenían pasto natural como para posibilitar la alimentación de la hacienda (cabras, ovejas y algunas vacas).

Allí los sorprendió, de 1920 en adelante, un proceso de desertificación que muchos años después deduciríamos que pudo haber sido consecuencia de cortes o desvíos del curso del río Salado que proporcionaba riego natural a las zonas bajas y afloraciones de agua dulce que denominaban "manantiales".

Ante fenomenal castigo debieron abandonar las tierras y arrimarse hacia Victorica. Desde allí, y ya casado mi padre en Telen con mi madre, emigraron más hacia el centro, donde él siempre se desempeñó como peón o puestero, hasta recalar en una estancia en las cercanías de Toay. Allí nací yo.

Creí necesario contar esta corta historia para dar mi manera de ver las relaciones laborales, que adquieren diversas formas y no siempre son modos de explotación sino formas acordadas en beneficio mutuo. La relación que mi padre tuvo con sus "patrones" fue buena.

Más allá del sueldo, que seguramente no sería abultado, le permitían tener un piño de chivos y además mi madre criaba corderos "guachos"(aquellos a los que se les moría la madre al nacer); cambiando los machos por hembras comenzaron a tener una "majadita" que un día, luego de transcurridos cuatro o cinco años, les permitió alquilar un pedazo de campo y transformarse en pequeños "productores".

Ésta es la historia de vida de una familia de campesinos, pobladores rurales sacrificados y trabajadores de los cuales hay miles en nuestra Argentina. Muchos de ellos, sus hijos, sus nietos, son los productores de ahora, por eso duele que alguien quiera apropiarse de sus ganancias para, bajo la forma de "distribución de la riqueza", invertir sumas fabulosas para financiar obras faraónicas.

En síntesis: no todos los productores rurales son como se los menciona en la carta de la Sra. Aguilar, terratenientes que explotaron a generaciones de argentinos. Muchos dejaron sus vidas en el trabajo rural, y lo logrado tienen pleno derecho a seguir trabajándolo sus sucesores. Las generalizaciones, como la de la carta de referencia, son una forma de distorsionar la realidad y no se justifican por ninguna razón.

La presente tiene por única finalidad agregar otra forma de ver la realidad de la vida rural.

Mario Ever Morán

LE 7.351.563

Centenario



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