Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), trabajo infantil es toda actividad económica o laboral realizada por niños y niñas en el intento de procurar ingresos que incide en su educación integral y afecta su desarrollo psicológico, físico, moral y social. Dejando de lado muchas discusiones que podrían surgir de esta definición, haré hincapié en un aspecto: el intento de procurar ingresos.

Los niños que trabajan lo hacen con el fin de salir de la línea de pobreza, es decir, para aumentar los ingresos familiares y así satisfacer, como mínimo, sus necesidades alimenticias.

Es por esto que suele decirse que la pobreza es la principal causa del trabajo infantil, porque los chicos pobres suelen buscar ingresos para poder -en el peor de los casos- comer, pero ¿es la pobreza causal del trabajo infantil o es éste el causal de aquélla?

Supongamos que un niño de bajos recursos debe trabajar para procurarse ingresos; esto lo debilita física y psicológicamente y hace que abandone los estudios. Este niño, de adulto cobrará menos que un profesional y probablemente será pobre. Aquí se puede observar claramente cómo el trabajo infantil genera pobreza a futuro, creando un círculo vicioso en que la pobreza genera trabajo infantil y viceversa.

En consecuencia, cuanto más trabajo infantil, más pobreza.

El artículo 32 de la Convención de los Derechos del Niño, incluida en la Constitución nacional, establece que el Estado debe proteger a los niños de cualquier explotación económica, es decir que las leyes existen y sin embargo las políticas estatales no aseguran su cumplimiento.

Hay que entender que el trabajo infantil condiciona nuestro futuro y nos hace cada día más pobres.

Julieta Garro

DNI 35.959.579

El Bolsón