No elegimos a nuestros representantes en el Congreso sólo para que peleen. Lo hicimos con la expectativa de que serían capaces de combinar su sabiduría, experiencia y puntos de vista con los de los otros miembros del Legislativo. Esperamos que usen el discurso calmado, que escuchen y aprendan de los demás y que incorporen sus ideas en las visiones de los otros. Desgraciadamente no nos dicen: "Si soy elegido, practicaré escuchando con profundidad para aprovechar los puntos de vista de otros miembros del Congreso".

Como votantes debemos preguntarles: "¿Estáis dispuestos a practicar escuchando con atención a los compañeros cuando seáis elegidos? Si no, no os votaremos". Debemos insistir en que los políticos lleven sus campañas de manera que nos ayuden a tomar mejores decisiones. Cuando votamos sin pedir que escuchen a fondo y que hablen con amor, los resultados son más enfado y división en el Congreso, un tipo de guerra en nuestra familia nacional.

A mí me gusta votar a representantes que tengan la capacidad de escuchar y de hablar conscientemente. Pienso que todos deberíamos querer escribir a nuestros legisladores para recomendarles que consideren la práctica de escuchar a fondo y hablar con amor. Podríamos sugerirles que en el Senado y en Diputados haya un comité para escuchar y hablar con compasión.

Alberto Félix Suertegaray, DNI 14.169.481 - Roca