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CARTAS 1220152423

"El populismo vernáculo ignora las experiencias exitosas a nivel mundial"

Son varias las faltas graves cometidas por el señor Jesús Escobar en su reciente carta de lectores, pero tal vez las más peligrosa sea llamar "enemigos" a las personas que no piensan como él o catalogar de "batalla" un debate parlamentario y republicano. En un país serio, si un secretario de Derechos Humanos se expresara en esos términos se le pediría que se retractara o renunciara.

La actitud del gobierno que Escobar defiende frente al campo no es de ningún modo inédita y ayuda a su comprensión remontarse, aunque parezca mentira, a mediados del siglo pasado. Acorde con su visión sobre cómo se desarrollan las naciones del mundo, no entiende que, el país, las clases sociales y el campo han cambiado considerablemente en ese lapso. Sin embargo, el comportamiento de este sector del peronismo sigue siendo el mismo, como si nada hubiera pasado. Ideólogos de procedencia setentista justifican los absurdos del gobierno sacando del arcón de los recuerdos reliquias arqueológicas como "oligarquía vacuna" y cánticos olvidados como "Patria sí, colonia no".

La agricultura es una de las pocas industrias argentinas competitivas con capacidad exportadora y encuentra, por añadidura, condiciones extraordinariamente favorables en el mercado internacional por la creciente demanda alimenticia producida por el ingreso de Asia y la consiguiente alza de precios. La globalización, tan demonizada por los populistas, es al fin la condición de la prosperidad actual del campo argentino, aunque deba luchar todavía con rémoras del pasado pre-global como el proteccionismo a los campesinos del Primer Mundo.

El caso australiano sirve como ejemplo de lo que es una gran oportunidad para nuestro país en materia comercial. La historia cuenta que durante las décadas del '50 y del '60 Australia saldó un tratado de complementariedad económica con la potencia emergente de Japón, que compraría la mayor oferta australiana de maíz y trigo. A partir de entonces el vínculo se reforzó sin pausa y a éste se le sumaron China, Corea del Sur, Singapur, Taiwán, Malasia y Hong Kong. De ahí en más Australia, que por ese entonces era un país que por su matriz productiva nos servía de referencia comparativa, dio el salto hacia el desarrollo económico como proveedor por excelencia de los "tigres" del Sudeste Asiático, agregándoles valor a sus exportaciones.

Hoy esa oportunidad reaparece, ya que la soja no forma parte de la canasta de exportaciones australianas, y a esto debemos sumarle el boom de alimentos en todo su esplendor.

En síntesis: una correcta inserción internacional más consenso institucional explican el éxito recientemente descripto, pero el populismo vernáculo ignora las experiencias exitosas a nivel mundial, lo que lleva a la pérdida de mercados que se ha tardado décadas en ganar y de una nueva oportunidad.

Sólo los gobiernos de raigambre autoritaria creen ver peligrar su gestión por el solo hecho de que el Congreso de la Nación no apruebe una resolución a su favor. Tanto la resolución cuestionada como las otras que la complementaron violan visiblemente los principios constitucionales centrales en materia tributaria. En primer lugar, ignoran el principio de reserva legal, que dispone que solamente el Congreso está facultado para imponer tributos, incluidos los "derechos de exportación". La presunta delegación de esa facultad fundada en normas del Código Aduanero (sancionado durante un gobierno de facto) es violatoria de la esencia misma del régimen republicano. Modificar sobre esa base las retenciones no sólo es un exceso autoritario: es una acción ilegal. Ni en materia tributaria ni en materia penal hay delegación posible.

El rechazo a las retenciones abusivas se debe, sin ninguna duda, a que la sociedad sabe bien que éstas no significan la redistribución de la riqueza, como idealiza el gobierno. Es un concepto erróneo creer que la riqueza ya está y sólo falta distribuirla; este pensamiento es propio del patrimonialismo medieval, visión para la cual una persona no debe su prosperidad a su trabajo innovador sino a la concesión del gobernante de turno. El debate deberá consistir en cómo hacer que la gente esté en condiciones de crear riqueza; si de un solo sector va a depender la prosperidad del resto, sólo se generarán dependencia y dádivas. La ciudadanía expresó que tiene claro que las retenciones móviles no se emplearán para infraestructura ni ahorro interno que preserve para los malos tiempos sino para clientelismo.

Pablo Benítez Jaccod

DNI 28.485.470

Neuquén



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