Necesito que lean esta carta. Mi nombre es Cristina Pinta y vivo en la ciudad de Viedma. Quiero contarles que aún queda gente de corazón y buena voluntad. Por qué digo esto, porque el 04/08, aproximadamente a las 22 hs, me quedé con el auto encajado en una de las calles de nuestra ciudad (sin entrar en detalles del estado de las mismas...), debo reconocer que intentar pasar por allí fue un acto de estupidez humana que a veces a cualquier ser humano le invade, el lugar no era el más iluminado, pero así y todo un señor en un Corsa (creo que era de color gris) se detuvo para ver qué pasaba, cuando le dije que estaba sola con mi hija y mis sobrinitos en el auto no dudó en acercarse y brindar su ayuda al instante y no sé cómo ni de dónde aparecieron dos jóvenes y sin ningún problema de quedar embarrados hasta la "coronilla" (como comúnmente se dice) pusieron manos a la obra o, mejor dicho, piernas en el barro y aquí es donde me quiero detener: al margen de que sus esfuerzos fueron en vano (estaba demasiado encajado) pusieron todo para ayudarme... la historia del auto metido en el barro sigue, pero lo que quiero resaltar es la predisposición de esas tres personas desconocidas que ni siquiera supe sus nombres y no pude agradecerles, por eso lo quiero hacer públicamente; si alguno de ellos lee este diario les expreso de todo corazón mi agradecimiento.

Mil gracias, mil gracias, mil gracias, gente como ustedes es la que este mundo necesita. No les importó el barro ni el frío, simplemente se brindaron....vieran cómo quedaron....barro y más barro.

Quieren saber cómo terminó la historia: con los bomberos sacando el auto. Y mi marido que me quiere sacar la tarjeta azul y el carnet de conductor.

Hoy es anécdota.

Gracias también a Héctor ("una masa"), a mi cuñado, a mi hermano, a mis amigos de siempre: Sergio y Marcos y no quiero dejar afuera a mi marido y compañero incondicional.

PD: ¡Gracias, bomberos!

Cristina Pinta, DNI 23.527.358

Viedma