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"No jueguen con el dolor ajeno"

Querido lector: soy una persona a la que lamentablemente le toca vivir con una enfermedad; cada día me cuesta muchísimo cargar esta mochila que pesa de día y ni hablar de noche.

Lamentablemente me ilusioné con una oportunidad que me daba un representante de la fundación bolivariana de nuestra ciudad. Después de mucho andar logramos conectarnos con la secretaria del doctor Mila de La Roca, una organización de Caracas, Venezuela, este médico es un científico que ha logrado descubrir un remedio que ha dado grandes resultados en enfermos de cáncer. Con mucha ilusión logré que me mandaran el presupuesto de la Proteína N-102. Por supuesto, después de estudiar ellos mi problema, que por medio de fax y comunicándome por internet, el precio de este medicamento es de u$s 1.228, aproximadamente cuatro mil pesos argentinos.

Después de luchar tanto, para lograr con mi familia y amigos que ponían el dinero, surge el problema del traslado del mismo. Teléfono, fax, internet -todos los días- y todo plata y más plata. Después de un mes me entero de que una fundación llamada Milagro ha logrado que los remedios o proteínas llegaran a manos de los enfermos sin ningún gasto; logrando comunicarme con una secretaria -muy amable- que me da un número de teléfono y me pide mi historia clínica, datos personales y presupuesto de dicha proteína, rápidamente lo hicimos porque el tiempo en estos casos es muy importante. Mientras tanto, un amigo viaja a Buenos Aires y se dirige a la Embajada de Venezuela para acelerar el trámite; no siendo atendido. Lo hacen volver horas después, pero es atendido por un portero eléctrico. Lo tratan de mala manera y le piden que se retire de ese lugar, por supuesto vigilado con gran cantidad de cámaras.

Bueno, han pasado dos meses y ni noticia de estos señores. Me dirijo al representante bolivariano de esta ciudad, comunicándole lo sucedido y el trato fue una descarga de palabrotas; tratándome sin respeto me dijo: "Que él terminaba con este asunto porque yo me había cortado solo...", y sacándome en cara la ayuda que mi familia y yo habíamos recibido de mis amigos. Bueno, le dije que esto se lo iba a comunicar a mis vecinos por medio de carta de lectores. "Hacé lo que quieras, yo tengo la conciencia tranquila", dijo. Se imaginan, señores, mi tristeza y desilusión después de gastar dinero en todo esto. Me dejé estar, prácticamente no me sostenía en pie. El dolor, la amargura y la impotencia por el fracaso, sin saber absolutamente más nada de esta fundación.

Mis amigos corrieron preocupados por mi salud y gracias a ellos hoy empecé otro tratamiento.

Escribo esto no demostrando ser víctima sino para que se ponga mucho cuidado con personajes que lucran y quieren sacar réditos políticos para surgir en lugares públicos: hablando por tevé y radio lo que realmente no son; si alguna persona ha logrado alguna solución con esta fundación, está bien. Pero, jugar con el dolor ajeno como lo han hecho con mi persona, no tienen derecho a que la sociedad les permita en lugares clave donde se hacen ver repartiendo ideas chavistas y con palabras de revolucionario. Un revolucionario no engaña a su compañero ni juega con el dolor ajeno.

Gracias a mis amigos que me han ayudado en este duro camino y gracias a la gestión de los señores Edgardo Sapag y Yoni Grande; que conociendo mi historial político, siendo muchas veces duro con su partido, ni siendo afiliado del mismo, no miraron color político ni bandería. Se han portado como vecinos y me han dado una gran mano en momentos duros. No juegan con el dolor ajeno.

 

Juan Matus

DNI 18.624.910

Zapala



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