El martes 8 de julio abordé un taxi en Olascoaga y Copahue; debía entregar con urgencia un material para realizar unos análisis de laboratorio de un familiar. En ese móvil olvidé mi attaché con toda mi documentación. La prisa no me permitió observar el número del taxi ni solicitar el ticket correspondiente -el que debería ser entregado sin que fuera necesario que el pasajero lo solicitara, por otra parte-.

Confié en la buena -leche- predisposición y en los valores del taxista o del pasajero que subió posteriormente y lo tomó y en que me llamarían para devolvérmelo, ya que en el mismo se encontraban la tarjeta salud del ISSN, la cédula de la Policía Federal, mi carné de conducir, un talonario de boletas con membrete a mi nombre, un sello, lapiceras, tarjetas de presentación y otros valores que sólo me sirven a mí. Esperé sin obtener ninguna respuesta positiva.

Al respecto sólo me cabe una reflexión, hasta que se me demuestre lo contrario: ¡cuánta educación moral, familiar y espiritual le falta a quien teniendo todos los números de teléfono para avisarme que lo encontró todavía lo retiene en su poder con el solo rédito del valor material de lo que no le pertenece! Si hay gente que encuentra dinero y lo devuelve, ¿de qué le puede servir esto que sólo me es útil a mí? ¡Aprendamos a ser mejores personas!

Héctor Félix Spinolo, LE 5.512.521

Neuquén