>
"Ésta no es la educación que soñaron nuestros mayores"

Educación (una utopía) es: desarrollo o perfeccionamiento de las facultades intelectuales y morales de una persona. La educación de los niños es competencia de los padres.

El Estado tiene la obligación de darles los elementos de instrucción y preparación a sus habitantes a través de las instituciones educativas de Nivel Primario y Secundario en forma obligatoria.

Los últimos días se han manifestado en distintos lugares de nuestro país hechos que rayan en la intolerancia y la falta de respeto al prójimo, en este caso a los propios educadores. Han tenido como protagonistas a estudiantes, niños y adolescentes que carecen de los valores que nos enseñaron nuestros padres y abuelos: respetar a los mayores, a los docentes en este caso, como a sus propios padres.

¿Quién tiene la culpa de todo lo que ocurre con los niños y adolescentes? El Estado con el poder de coacción, imperativo en esta situación, aplicando políticas de educación efectivas y no rompiendo sistemas como en los años 60, ha implementado otros donde la educación siempre está en segundo plano, prevalece el liberalismo anárquico sobre los valores primordiales de la educación.

Los docentes tienen temor de denunciar los hechos que ocurren en los establecimientos por las represalias de los alumnos o padres contra su propia integridad. Entonces se visualiza la falta de poder y jerarquía de los docentes para impartir órdenes o hacerse respetar aplicando disciplina dentro de las aulas. ¿Esto está bien? La disciplina es la base de la educación y organización en un mundo estructurado. La carencia de ésta es el principio del desorden y la instalación de la anarquía.

El daño que se les está propinando a los alumnos por no ser rigurosos en la aplicación de valores básicos, como el respeto al prójimo y por sobre todas las cosas a sus educadores, es irreparable.

Respeto y disciplina no son una invasión a los derechos de los estudiantes y la ciudadanía en general sino que llevan a formar jóvenes con bases sólidas para que mañana tengamos ciudadanos, dirigentes y líderes con fuertes principios cívicos y morales.

Los funcionarios evitan el compromiso de crear políticas de Estado en beneficio de toda la sociedad, porque siempre están ocupados en la captación de votos. Entonces por ello el compromiso es débil, casi anónimo. Este suceso es germen de inseguridad en las distintas áreas del Estado.

En las décadas del '60 y '70, a ningún padre se le hubiera ocurrido defender las acciones de estos estudiantes conocidos por todos los medios. En todo caso, el castigo o reprimenda se realizaba con rigurosidad al alumno en el hogar paterno.

Los docentes eran respetados como correspondía a toda autoridad; respeto y admiración era el común denominador en aquellos años. Argentina era admirada en el mundo por su recurso humano.

Los padres tenemos el poder y la obligación ante la sociedad y el Estado de educar a nuestros hijos, inculcarles hasta el cansancio los valores de amor y respeto a nuestros mayores, a nuestra patria, a los símbolos provinciales y nacionales. Cada docente representa a la institución más importante de nuestra historia: la escuela (otros, no tanto). Hoy veo con pavor la intolerancia, la indisciplina y la falta de respeto de los alumnos en los colegios, en las calles y lugares públicos.

Una nación no se hace con ciudadanos irrespetuosos, intolerantes e indisciplinados. Se hace con jóvenes y adultos comprometidos, respetuosos, con ambiciones y sacrificados en cada acción en pos de su familia y la república.

Ayer, cuando una maestra elegía a un educando para llevar el libro de asistencia, lo hacía porque se destacaba en sus estudios. Era premiar al alumno, nos sentíamos orgullosos al ser elegidos.

Al llegar a la Dirección, donde se encontraba la máxima autoridad, la directora (que cuando faltaba una maestra ésta la reemplazaba), tocábamos a la puerta y esperábamos la orden para ingresar, cosa que hoy no se hace.

Hoy se considera que el respeto suena a autoritario. Los derechos humanos anteponen en esta situación el derecho libertario a los deberes de los estudiantes y salen a defender a los que en muchas ocasiones comenten delitos.

La Justicia mira de soslayo actos irregulares cometidos por menores; no aplica con rigurosidad las leyes que limitan estas acciones.

Ésta no es la educación que soñaron nuestros mayores, Sarmiento, el Dr. Laureano Maradona, Sábato y tantos otros. Entonces hoy la educación es una utopía.

Miguel Ángel Henríquez

DNI 10.868.858 - Neuquén



Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí