El domingo 29 de junio, cuando regresaba de Moquehue por Primeros Pinos a Neuquén, tuve un grave accidente, me salvé de milagro. Por desviar una gran roca en el camino busqué pasar hacia la izquierda, apenas entrando en la banquina, la misma cedió e hizo girar mi vehículo hacia el precipicio, la caída con mi rodado Izuzu 4x4 comenzó a tomar velocidad hacia el fondo de la pendiente, sólo atiné a mantener los brazos estirados empuñando el volante y comenzaron los tumbos de frente.

Con el primer golpe tuve la experiencia de recibir la bolsa del airbag sobre el rostro y el cuello, creo que eso evitó ir hacia adelante, por supuesto tenía el cinturón de seguridad colocado.

Es increíble que en un recorrido de casi 250 metros, rebotando entre las piedras, no haya volcado, frenándose finalmente sobre otra gran piedra. Pude liberarme y caí al agua. Demoré una hora en ascender hacia la ruta por donde pasaron dos vehículos, les hice señas y no se detuvieron, tal vez mi presencia, porque estaba golpeado y totalmente mojado, les provocó temor por la inseguridad en que vivimos (asaltos, etc.).

Luego de dos horas llegaron por allí en dos vehículos Land Rover, el sr. Diego Hernán Barboza, de la firma Lolay, de Zapala y en el otro el Dr. Luis Siani del hospital de la misma ciudad.

Debo agradecer, no sólo la atención recibida por los nombrados, sino que luego de seis horas de trabajo a campo traviesa pudieron recuperar mi vehículo semi destruido, me dieron atención médica preventiva y luego me trasladaron a Zapala, donde permanecí en su domicilio particular, muy bien atendido.

En esta carta agradezco la solidaridad de ambas personas. Yo había oído que el sr. Barboza era muy conocido por sus rescates voluntarios, especialmente en invierno, eso demuestra el gran nivel humano que posee, no sólo por su experiencia, también por el permanente riesgo que corre en muchos de los casos. Gracias a los dos por su ejemplo. Soy feliz, tengo dos nuevos amigos.

Abel Carlos Balda, DNI 5.454.242

Moquehue-Pcia del Neuquén