La dura realidad de una persona con discapacidad no siempre se ve. A veces hay que sacarla a la luz, a los ojos de una sociedad que segrega y discrimina.

La hipocrecía es moneda corriente, pero no nos engañemos, haciendo catarsis no solucionaremos nada sino trabajando para revertir nuestra ya de por sí desventajosa situación.

Los que contamos con suerte de tener una obra social, en mi caso afiliado de segunda categoría por tener una pensión por vejez e invalidez, así la llaman a la Ley 809, nada más anacrónico pues no me considero ni viejo ni inválido, no tienen garantizada la protección integral siendo la acción de Amparo la herramienta para que se cumplimenten los derechos.

Poseo certificado de discapacidad otorgado por Jucaid, ahora en manos de... ISSN, ¿qué podemos esperar? Nuestra provincia no adhiere a la Ley Nacional 24.901 de protección integral a personas con discapacidad pues hasta ahora se considera como más que suficiente, a la Ley Provincial 1.634.

Se podría suponer que nos quejamos de tanto tener. No nos engañemos más, no hay protección integral, no hay cupo laboral del 4%, es escasa la integración escolar, no existe cobertura al 100% en medicamentos, las empresas de transporte no nos quieren llevar gratis ni siquiera presentando el correspondiente certificado, las ciudades no están preparadas, no son accesibles.

Trabajemos para revertir esta situación, para hacernos visibles, rescatemos las capacidades, valoricemos el trabajo de las ongs, creamos en las personas, defendamos nuestros derechos y a las familias de las personas con discapacidad. Alguna vez debería primar el respeto sobre la lástima y la hipocrecía.

Alejandro Díaz, DNI 17.046.250

San Martín de los Andes