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"La cultura como causa..." | ||
Dentro de las posibilidades que tiene el individuo (ciudadano) y la sociedad, está el hecho del ser social, el estar referido a los otros por otros y por lo "otro" (lo diferente al sujeto sea social o individual). Bajo esta perspectiva yo puedo comprender a la cultura en una definición no técnica pero sí de sentido común que la misma es aquello que nos identifica, nos diferencia como grupo, inserta al individuo en lo grupal, nos proyecta hacia adelante, hacia la acción concreta, es decir simplemente a vivir. En este sentido la cultura tiene un carácter dinámico y por eso causal. Y lo que se desprende de ello es lo que la sociedad y el ciudadano promueven en su cotidianeidad. Esta cultura a la que me refiero, no es sin embargo esa que es representada estáticamente por las tradiciones, la historia, y por aquellas cosas por las que se nos tipifica como sociedad, no es el folclore del asado y el fútbol. No es a la que nos tenemos que adaptar (y eso no implica un juicio de valor acerca de si está bien o mal) la cultura de la que hablo. Pero el punto (y aquí está lo que me motiva a escribir) es que aquellos que tienen la obligación de fomentar el dinamismo de la cultura son los primeros en poner palos en la rueda en ese proceso y así desvirtuarla, y me refiero a los funcionarios. Ellos son los que tienen que promover e incentivar este tipo de formación, y no hablo del propagandismo en difundir una exposición de arte de algún reconocido artista, o de brindar un mega recital gratuito y de que se haga en vez de en el centro en el barrio y se traslade la Avenida Argentina a la calle Godoy. Eso está bien, pero no es cultura dinámica. Eso es justificación del cargo; son excusas. En este contexto lo único que promueve esta política cultural (si es que la hay) por parte del estado es la división y la enemistad, dos aspectos fundamentales para trabar el dinamismo cultural. Así por eso me adhiero al reclamo de Wálter Cuevas y me sumo a la denuncia con espíritu crítico acerca de la forma de promover la cultura de los funcionarios de turno. Me gustaría haber podido mantener el diálogo que una vez fuimos a buscar y pensar naturalmente en la posibilidad de coparticipar entre los ciudadanos y los funcionarios. La oportunidad la dimos, la realidad mostró otra cosa, nada nuevo, pero que sí perpetúa a la tipificación de los roles del estado y de el descreimiento ciudadano.
Ignacio Gentile, DNI 31.125.273 Neuquén |
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