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"¿Por qué esperar?"

Hoy después de ver una película hermosa sobre la relación de un padre con su hijo... pensé ¿Por qué será que la mayoría de nosotros esperamos a que nuestros padres estén enfermos o comience a notarse en ellos el paso del tiempo para decirles cuántos los amamos?

¿Por qué esperamos a verlos frágiles para abrazarlos cada vez que podamos? Ni hablar de quienes tenemos padres que no han tenido el "éxito" que se supone todo padre debe tener... léase buena posición económica, una buena jubilación producto de su exitosa carrera, o al menos un reconocimiento público por destacarse en algo... nos resulta tan fácil juzgarlos por sus malas decisiones.

Si somos adolescentes, simplemente no aceptamos sus fracasos; si tenemos más, por ejemplo 34, no nos aventuramos tanto a juzgarlos porque nos estamos dando cuenta que la vida no siempre es como la planeamos...

¿Por qué esperar para decirle a mi padre, que recuerdo momentos de mi infancia como si el tiempo no hubiera transcurrido?, me parece que fue ayer cuando me enseñaba cómo tomar las riendas del caballo, cómo se atan los cordones o me peinaba con paciencia mientras me contaba alguna "aneda" para distraerme por si se le escapaba algún tirón...

Cómo olvidarme de esos viajes que hacíamos de madrugada, me cargabas dormida y me tapabas, y cuando llegábamos a ese lugar, que sólo vos sabías... me despertabas para ver cómo subían los ciervos hacia la montaña..., sólo alguien que tiene treinta o un poco más, y vivió en Bariloche o sus alrededores podría confirmarlo...

Recuerdo las noches cuando me ponías rodajitas de papa en la frente, o tu pañuelo mojado para bajar la fiebre, yo sentía que si estabas ahí nada malo me podía pasar.

Tengo también fotos en mi memoria de un señor con pañuelo al cuello, camisa remangada y bigote negro, que estaba en cada acto de la escuela, aunque lo que me tocara hacer fuera recitar dos versos... y que solamente me sonreía y eso bastaba para que yo supiese que lo había hecho bien.

Perdón, por hablarle a mi padre, pero me pareció muy oportuno, traer a mi memoria instantáneas de mi vida, que quizás se encuentren en algún lugar con las tuyas... las que dejaron huellas en nuestro corazón, esas que me dan la seguridad de haber sido siempre para mi padre algo muy importante, la razón de su vida.

En nombre de todos los hijos que tenemos padres así, quiero pedir perdón porque el ritmo citadino, "la globalización" (palabra que no existía antes) nos marca a todos un rumbo, incluso a los que renegamos de eso, nos quita tiempo de abrazarlos, de tomar unos mates juntos, de escucharlos contarnos lo que les pasó en el día...

Ahora nos toca a nosotros tomar decisiones, llevar adelante una familia, equivocarnos y hacernos cargo, educar hijos para que sean hombres y mujeres de bien... Pero cuando nos vean, recuérdennos como cuando éramos niños y nos tenían en sus brazos, nos limpiaban la nariz o nos curaban las heridas cuando nos caíamos... porque en nuestro corazón, en todo lo que somos, están las huellas de esa seguridad que se sentía solamente si estaban ahí... y no nos dejen solos, porque ahora somos "gente grande", porque aunque no lo pidamos, siempre es mejor saber que están ahí.

Para "el negro" Alsina y todos los que como él, ganaron el mejor premio que uno puede recibir, el amor de aquellos a quienes dio la vida.

María Eloisa Alsina, DNI 23.638.733-Neuquén



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