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ANALISIS: Violencia, norma y realidad

La realidad es ésta en el fútbol argentino: la de la barbarie, la irracionalidad y la muerte sin sentido. Hace dos semanas a Emanuel Álvarez una bala le robó una vida de apenas 21 años, y 24 horas después las facciones de La 12 se enfrentaron por un botín de miles de dólares al mes.

En el fútbol criollo la violencia y la sangre dejaron de ser un hecho circunstancial para transformarse en la norma imperante.

Este sistema de vida parasitaria se multiplica como tal. Muchos respiraron con las detenciones de Di Zeo y los Schlenker, pero las guerras no cesan. Ayer la barra oficialista se enfrentó a muerte con la "Banda del Oeste", nueva saga de esta película que ni Tarantino filmaría. No estaban los Schlenker, tampoco Rousseau, quien jura haber cambiado la adrenalina de partir cabeza por la de correr en motos. No importa. Siempre habrá sucesores.

Seguramente, cuando hoy le coloquen los micrófonos en la barbilla, JM Aguilar volverá a repetir, como lo hizo tras la muerte de Acro, que la verguenza es "ajena al club". Y nadie responderá por la "zona liberada" que dejó la policía para que los barras se destrocen. En medio de todo están los hinchas, la perplejidad y el pedido de "que se vayan todos". No será así. Porque esta es la (enferma) realidad. (SB)



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