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"Un regreso a la genuina raíz popular del Movimiento"

Creo que, como expresó el legislador de Une, Rodolfo Canini, la adhesión del gobierno provincial neuquino a la Concertación nacional expresa una más que saludable ruptura con el carácter neoliberal que en los últimos años oscureció desde el poder a este territorio y, sin duda, un regreso a la genuina raíz popular del Movimiento.

No es menor la novedad si se tiene en cuenta que hoy, subidos al caballo de la protesta de las ollas de teflón de los acomodados barrios porteños, más los piquetes de la abundancia de las 4x4 y los sombreros texanos, se agazapan, peligrosamente, los sectores que, amén de aplaudir en estos días a los estancieros que cortan rutas, son los mismos que ayer pedían palo y bala para los docentes -quienes no buscaban evadir impuestos- sino luchar por sus justos requerimientos salariales.

Tal como dice el cantautor Ignacio Copani, no escuchamos las cacerolas de estos defensores del campo cuando el 4 de abril del 2007 asesinaban en nuestra provincia al maestro Fuentealba.

El momento histórico, me parece, es de mucho cuidado y no caben medias tintas para definir en dónde se sitúa uno.

En épocas de Perón, el embajador norteamericano Braden marchaba contra el pueblo trabajador, codo a codo con los dirigentes del Partido Comunista y del Socialismo (entonces comandado por Americo Ghioldi).

Enfervorizados y unidos, estos aparentes extremos, recuerdan el entusiasmo con que hoy el diario Clarín y el canal TN -entre otros muchos medios de desinformación- alientan sentimientos no muy diferentes de aquellos.

Siempre se supo que ninguno de estos sectores jamás le ganaría a Perón elecciones limpias y democráticas. Por ello recurrirían a lo único que habían aprendido en 1930 cuando voltearon al digno Yrigoyen. Bombardearían la Plaza de Mayo asesinando a cientos de civiles inocentes y algo más tarde fusilarían a muchos peronistas, civiles y militares nacionalistas y patriotas, que pusieron el pecho a los criminales golpistas.

Y así seguirían asesinando al pueblo desde el '55 hasta el '73, para rematar su tarea -tras un breve lapso de tres años de caótica democracia (pero democracia constitucional al fin)- con el genocidio aplicado entre 1976 y 1983 en el que masacraron a otros tantos de miles de argentinos (también, en un noventa por ciento, peronistas).

Seguramente seremos muchos en la calle, con temores de mayor o menor grado (porque conocemos cómo puede expresarse el terror cuando aquellas manos lo empuñan) pero con decisión absoluta, quienes no permitiremos que vuelvan a frustrarse las esperanzas de las mayorías.

Atentos, sin más armas que nuestras manos, movilizados, sin violencia y, como decía el inmortal Arturo Jauretche, desde la alegría, recordando una y otra vez aquellos versos transparentes del gran oriental Alfredo Zitarroza: "...No lo seduce la gloria/ ni se imagina el futuro/ mi pueblo marcha seguro/ calculando cada paso/ y lo que parece atraso/ suele transformarse pronto/ en cosas que para el tonto/ son causa de su fracaso".

 

Alejandro Flynn, DNI 12.566.136

Neuquén



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