Con gran pesar me enteré de que el "Gallego" Rivera había decidido partir de este mundo, lamentablemente no pude estar presente y rendirle en silencio un merecido homenaje. Lo conocí a fines del '82, cuando comenzaba el resurgimiento de los partidos políticos, siendo yo aún un adolescente que pretendía saber de qué se trataba.

Durante muchos años, compartiendo la misma pasión política, escuché sus anécdotas y cómo defendía sus principios, a tal punto que se jactaba de haber sobrevivido a la marginación y el desprecio por no pertenecer al partido que gobernaba la Nación o la provincia.

Ignacio "Gallego" Rivera fue un hombre de principios, con el que se podía coincidir o no, pero al que no se podía ignorar o dejar de escuchar, siempre sostuvo lo mismo y mantuvo una línea de coherencia.

En los últimos años se lo podía ver trabajar sin quejarse, primero en su carnicería y luego -a pesar de que había superado los setenta- cargando su camión amarillo. Fiel a su estilo, protestando o, mejor dicho, puteando (si se me permite el término) por algo, eso sí, siempre tenía un momento para dar su opinión de la realidad política.

Ocupó cargos públicos y nunca pudo ser señalado como un mal funcionario o por haberse quedado con un vuelto. Terminó su mandato con más problemas económicos que cuando entró, pero orgulloso de haber hecho lo que estaba a su alcance para cambiar parte de la realidad que le tocó vivir. Lamentablemente hoy ya no está más y, como siempre sucede en estos casos, sin haber recibido un merecido homenaje. Sirvan estas líneas para recordar a un gran hombre, en definitiva, por el respeto y consideración que le tenía, me permito despedir a ese "Gallego" cabrón que siempre hacía y decía lo que pensaba.

Pablo Szeinkierman

DNI 18.362.916 - Zapala