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"Que no se caiga la Torre de Talero"

Lo que fue obra de sueños, creatividad, esfuerzos, visión y pasión está a punto de sucumbir por empuje de la desaprensión, la indiferencia y la falta de preocupación por un pasado que fue rico en valores y en ejemplos de tenacidad y entrega.

Me refiero al riesgo cierto que corre la Torre de Talero, ubicada en un predio del sudoeste del ejido urbano de la ciudad de Neuquén, en donde las chacras que estuvieron siempre están siendo reemplazadas por viviendas, bases de empresas y espacios para deportes.

El citado edificio tiene tantos años como la ciudad y constituye uno de sus monumentos históricos, uno de los pocos -junto con algunos relacionados con la traza ferroviaria- de tanta antigüedad. Sin embargo está abandonado, como gran parte de su historia. Luego de que el constructor se alejara de Neuquén, numerosas fueron las familias que lo habitaron, porque era el casco de un establecimiento de campo donde hubo animales y más tarde, algunos frutales poco rentables.

Alguna vez mi madre Magdalena me relató que a finales de la década del '30 y principios de los '40 vivió allí con su familia don Luis Pincheira, hermano suyo y luego personaje emblemático en Cerro Policía (El Cuy). Y me dijo que -a su corta edad- le habían llamado la atención la cantidad de ambientes que tenía la casona y sus pisos superiores pero, fundamentalmente, la cantidad de libros que había y que seguramente había dejado Eduardo Talero.

Libros. Fueron una de las pasiones de Talero, uno de los grandes intelectuales que pisaron el suelo neuquino y que marcaron con su pluma, su prosa y su intelecto una huella profunda y diferente sobre estos solares desolados, desérticos y hostiles a la vida del hombre.

Justamente, las características arquitectónicas de la torre y la personalidad de su creador debieran constituir un orgullo para los neuquinos, pero no es así. Cuando el entonces intendente Luis Jalil compró el predio, pensé que terminaba una etapa de olvido y despreocupación. Pero me equivoqué. Sólo un ventarrón de interés se observó para el centenario de la ciudad, que hoy enmarco más en una especulación coyuntural de las autoridades de entonces que en un sentimiento genuino por preservar y revalorizar semejante patrimonio. Hoy nuevamente el abandono se instaló en las fatigadas estructuras, que seguramente no soportarán un invierno lluvioso o una nevada fuerte. Y si eso ocurre, luego no habrá espacio para lamentos.

Ricardo Villar,

DNI 8.377.070

Neuquén



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