El 19 de marzo de 2008 a las 15:45 con mi marido fuimos a la U11, situada en Parque Industrial de la ciudad de Neuquén, a efectos de visitar a nuestro sobrino, interno en ese lugar y próximo a cumplir años.

Cuando llegó el momento de la requisa (debo agregar que estoy por cumplir 70 años y mi marido tiene 74) cada uno fue al sitio que le correspondía para ser requisado.

La requisa de mi marido consistió en solicitarle las pertenencias que tenía en su poder, tales como llaves de automóvil, celular y anteojos para sol, además de una inspección general normal.

En cuanto a mí, me palparon totalmente, lo que es habitual, pero no terminó en eso, sino que me hicieron pasar a otro lugar -muy sucio- donde, tras apoyar las manos en la pared y previa orden debía bajarme el pantalón y la bombacha y separar la vulva.

Le mencioné a la agente que todo era muy denigrante y deprimente, a lo que ella contestó que cumplía ordenes.

Yo me pregunto, si nuestras jóvenes tratan de esa manera a mujeres ancianas que pueden ser sus abuelas, ¿qué podemos esperar sobre la igualdad de género?

A los funcionarios les pregunto: ¿ésta es la única manera de determinar si las mujeres les llevamos droga a los internos?

Nilda García, LC 3.765.702

Neuquén