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"Debería recorrer a pie las calles de la Argentina"

¿Los "piquetes de la abundancia" los habrá divisado, señora presidenta, desde el helicóptero que la traslada todos los días entre Olivos y la Casa Rosada o desde el avión oficial que la transporta sin escalas a El Calafate, a su hotel boutique?

La abundancia que denuncia la irrita, ¿será porque es usted un dechado de austeridad y por culpa de los medios se ha convertido -seguramente muy a su pesar- en una celebridad y comparte y ocupa los primeros puestos de un frívolo ranking mundial de personajes de gusto exquisito por las joyas, la indumentaria, los accesorios, los vehículos y el buen vivir?

Señora, la autoridad moral para actuar y expresarse como usted lo viene haciendo desde hace más de 100 días, cuando asumió como presidenta, se conquista con la coherencia entre el ser y el hacer, entre las palabras y los hechos; nace del ejemplo, no del "relato" que usted construye día a día para que un grupo de cortesanos la aplauda de tanto en tanto en el Salón Dorado de nuestra Casa de Gobierno.

Las miserias, señora, se ven por doquier y no son privativas de ningún sector social. Bastaría con que usted se bajara de alguno de los lujosos medios de transporte que utiliza y recorriera a pie las calles y rincones de cualquier pueblo o ciudad de su Argentina, de mi Argentina, de nuestro país. Sería oportuno que lo hiciera en soledad, despojada de todo su aparato y su corte de adulones. La vida en la miseria de miles de ciudadanos es resultado de años y años de desinterés y desidia de una generación de políticos que desde que tengo uso de razón nos dicen que trabajan por y para la gente cuando lo único que vemos es que quienes progresan materialmente son ellos, a costa de la degradación y la marginación cultural, social, familiar y económica de infinidad de personas, inocentes muchas de ellas, cómplices en silencio muchas otras y cómplices activos, el resto.

La justicia en la distribución o redistribución del ingreso que usted esgrimió para justificar y explicar las retenciones al campo, seguramente le ayudarán para dar cátedra y clases magistrales desde su atril, pero hace agua al lado de la evidencia de que las retenciones no son coparticipables.

Es más: los fríos datos económicos muestran que muchas de las provincias que contribuyen al fisco nacional vía derechos de exportación reciben como coparticipación mucho menos que lo aportado. Explíquenos cómo es y cómo será la distribución equitativa de esa inmensa masa de dinero... ¿se traducirá en escuelas que funcionen y eduquen, hospitales que curen y una Justicia que dé a cada uno lo suyo? El reparto, ¿será en función de principios y criterios objetivos de equidad y solidaridad o seguirá siendo una gran piñata que se distribuye arbitraria y discrecionalmente entre las provincias y los municipios amigos?

La violencia de la que usted habló tampoco es exclusiva de clase social alguna. A diario tenemos ejemplos de violentos e intolerantes de todo tipo; no distingo entre violentos de clase baja, media o ABC1 cuando se arremete contra el otro, cuando el prójimo es avasallado con o sin justificación. Esa distinción servirá para sus fines políticos, para justificar la discordia que usted y su marido han fomentado entre argentinos y la siembra que hoy están cosechando... pero seguramente no ayudará en nada a que mis hijos crezcan en un país civilizado.

Lo del 25 de marzo ha sido, una vez más, deplorable, mezquino y muy penoso.

 

María Carolina Rambeaud

DNI 22.098.515

Neuquén



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