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"Recapaciten, por favor"

El razonamiento y la palabra son herramientas que diferencian a los seres humanos de las bestias; cuando no se las utiliza, cuando se reniega de ellas, cuando se impone en lugar de buscar y encontrar consensos, cuando los criterios se fuerzan, ambas categorías -seres humanos y bestias- quedan igualadas.

Semejante retroceso estamos observando hoy por hoy en esta increíble realidad de los argentinos, en donde los gobernantes en lugar de gobernar, imponen; en lugar de persuadir, obligan; en lugar de habilitar diálogos y concertaciones, cooptan voluntades, arriendan adhesiones, hurtan pertenencias; en lugar de asegurar coherencia entre palabra y acción, hilvanan discursos increíbles y falaces, que de tanto repetir terminan creyéndolos, solamente ellos.

Algo más de un cuarto de siglo de democracia ininterrumpida nos enseña mucho; entre eso, algo elemental: que en política los espejismos pueden fabricarse y utilizarse, pero siempre se terminan y cuando eso ocurre, todo lo ganado con la imagen falaz se derrumba en un instante y los engañados hacen tronar el escarmiento.

Las retenciones a las exportaciones constituyen una buena herramienta de las políticas gubernamentales; siempre y cuando se las utilice con sentido común, con solidaridad, con transparencia. Se transforman en un elemento de presión, en una injusticia, en elementos discriminadores y generadores de reacciones cuando se aplican con sentido confiscatorio y con motivaciones que se ocultan, pero no se desconocen.

El gobierno sabe todo esto y lo utiliza como un elemento provocador, de confrontación basada en prejuicios más que en hechos objetivos del presente. Porque para los gobernantes nacionales el consenso es una práctica ajena. Ellos sólo buscan confrontar y derrotar, anular, destruir a lo diferente.

Parte de la sociedad está hastiada de prepotencias, aprietes y corrupción; otra parte va despertando, saliendo del espejismo que propone la necesidad de creer en algo y alguien. Pero los gobernantes siguen con piloto automático, no advirtiendo que lo que hasta hace poco les sirvió como elemento de dominación de voluntades y conductas, hoy se les está volviendo en contra. Tal vez pensando que con la fuerza bruta pueden mantener el adormecimiento social.

Por suerte es una etapa en vías de superación. Espero que el gobierno se dé cuenta a tiempo, porque el futuro de los argentinos, para que sea digno, necesita de una democracia lo menos imperfecta posible y del aporte de todos, por sobre cualquier diferencia sectorial. El gobierno nacional es demasiado joven; y puede y debe corregir sus comportamientos.

 

Ricardo Villar, DNI 8.377.070 

 Neuquén



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