El 24 de marzo del 2004, Lucio se fue y nos dejó para siempre en esta vida terrenal, pero como estoy convencida que nos volveremos a encontrar en el cielo, el cosmos o el infinito, como se llame, es por eso que en este poema (que lo escribió un papá amigo del dolor que también perdió a su hijo tras la misma agonía y enfermedad que Lucio) encontré la forma de decirlo sólo con dos palabras: Ese día...

Lucio, hijo mío, te amo. Mamá.

Cuando al fin llegue a su término esta espera

y de líneas quede trunco mi papel, abriréis esa cajita de madera, mezclaréis mis cenizas con las de él. Esa tarde en que mis ojos ya hechos viento lo vean de nuevo, entre lágrimas de nube, no lloréis, sabed que estaré contenta, junto a él, que es en donde siempre estuve.

Él vendrá a buscarme ese día y su sonrisa bella curvará los labios míos.

Sus ojitos me contemplarán sin prisa: "Hola, mamá", va a decirme "Bienvenida".

Viviré, hijo mío, y disfrutaré la vida, como te hubiera gustado que lo hiciese.

Pero estaré siempre esperando la partida, como el pájaro la aurora que amanece.

Quiero volver a verte, crecido y hermoso, sin dolores, tu cabello dorado al vuelo,

Caminaremos lado a lado, será hermoso, por las playas serenas de tu cielo. Una puerta, hasta entonces escondida, se abrirá de repente, y voy a verte, y me iré satisfecha de la vida, y entraré, de tu mano, hacia la muerte.

Cuando al fin llegue a su término esta espera y de líneas quede trunco mi papel, abriréis esa cajita de madera, mezclaréis mis cenizas con las de él.

Andrea Bettina Godino, DNI 13.885.900

Viedma