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El 94% de los préstamos del sistema es inferior a los 5 años

Si bien el crédito se recuperó luego de la crisis de la salida de la convertibilidad, hoy sigue siendo limitado para las empresas. Los bancos prefieren seguir otorgando fondos a personas físicas, en vista de la elevada tasa de interés que cobran.

Generalmente, al analizar el crédito disponible para empresas se hace hincapié en la tasa de interés, en las garantías y en la evolución de la tasa de crecimiento del stock de préstamos. En la presente nota el foco estará puesto en la importancia del plazo de los créditos (1), el cual brinda otra perspectiva para estudiar el comportamiento del sistema bancario.

En esta materia el diagnóstico es contundente; la relación bancos-empresas está concentrada en operaciones de corto plazo: más del 60% de los préstamos a empresas tienen un plazo inferior a un año y este indicador llega al 94% cuando se consideran los préstamos otorgados a personas jurídicas con plazos menores a los cinco años, un dato preocupante a la hora de evaluar el sistema financiero local y su relación con el de los países desarrollados.

Durante la crisis 2001/2002 una serie de obstáculos afectó los indicadores de crédito al sector productivo, tales como la inestabilidad macroeconómica, los sucesivos cambios en las reglas de juego (legales y cambiarias) y la carga impositiva.

Paulatinamente, frente a la posterior recuperación del consumo como soporte del crecimiento económico, el crédito empresarial quedó en un plano residual. Las pocas operaciones contabilizadas mantienen la exigencia de garantías reales personales, con limitada ponderación de los flujos futuros del proyecto y la calidad de la inversión.

Aun así, con la recuperación de la economía se recompuso también la inversión, y el crédito acompañó este proceso. Actualmente los préstamos concedidos a empresas superan en más de cinco veces los 3.000 millones de pesos otorgados a ese segmento durante el 2002.

Esta tendencia, sin embargo, no obstaculizó el crédito destinado al consumo (reflejado en préstamos personales y tarjetas de crédito), que hoy es tres veces superior a los 36.000 millones de pesos concedidos en el 2002 y sigue representando el 85% de la masa prestada.

En términos de plazo, el sector productivo recibe más del 60% de los créditos a corto plazo. Esto se traduce en que dichos fondos se aplican a capital de trabajo y pequeñas inversiones o reposiciones (sin mencionar la refinanciación).

Hay que resaltar que los préstamos otorgados a las empresas con plazos superiores al año en el 2007 crecieron más de diez veces respecto de los concedidos en el 2002, aunque esta relación se ve opacada al observar que los préstamos entregados a personas físicas lo hicieron en 37 veces.

En suma, las empresas reciben una menor porción del stock de préstamos y los plazos de éstos tienden a ser cortos.

Este comportamiento tiene su origen en dos factores de terminantes:

a) La tasa de interés de las operaciones con personas físicas es superior a la correspondiente a personas jurídicas. La mayor disposición marginal a pagar de los asalariados que se endeudan por medio de préstamos personales y tarjetas de crédito, sumada a una baja probabilidad de incumplimiento en un contexto de evolución favorable del empleo, representa un atractivo para los bancos que los induce a inclinar la balanza hacia activos de corto plazo y alto rendimiento, aunque el crédito al consumo podría alcanzar un techo y obligar a los bancos a reorganizar su cartera de préstamos.

b) La incertidumbre y la rentabilidad del refinanciamiento de los bancos tienden al cortoplacismo. La incertidumbre asociada a la rentabilidad de las empresas en el mediano y largo plazo es una traba natural a la disposición de los bancos a prestar a períodos adecuados a las necesidades de los empresarios, más aún si esas operaciones deben fondearse con depósitos cuyo plazo promedio apenas supera los 30 días.

El escenario ideal es aquel en que los ahorros de las unidades superavitarias se transforman en créditos de largo plazo.

Si bien resulta difícil responder cómo se podrían alargar los plazos en un contexto de incertidumbre macroeconómica a nivel mundial, apostar a una mayor competencia entre el sistema bancario y el bursátil podría ser un buen negocio para la economía argentina.

En este marco, el desarrollo de instituciones intermedias que faciliten el acceso de las pymes al mercado de capitales es vital. El surgimiento de los cheques de pago diferido a mediados del 2003 constituyó un primer paso, aunque el camino por recorrer es largo y requiere un análisis más profundo que queda fuera del alcance de esta nota.

 

Fuente: Ieralpyme.org. Director: Jorge Vasconcelos; "El crédito a las empresas: de corto plazo y en menor proporción", marzo del 2008.

(1) En esta nota nos referimos al crédito o los empréstitos a personas jurídicas incluyendo bajo este concepto los préstamos instrumentamos bajo las modalidades de documentos a sola firma, hipotecarios y prendarios. En la mención del crédito otorgado a personas físicas se incluyen los préstamos personales y por tarjetas de crédito.

 



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