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Sin crédito, se vuelve a soñar con un banco estatal de desarrollo
El gobierno nacional “desempolvó” el viejo proyecto de creación de una entidad
para la industria nacional.  El modelo del BNDES en Brasil es a lo que se apuesta. La historia muestra lo mal que nos ha ido con emprendimientos de este tipo.

La falta de crédito disponible para proyectos de mediano y largo plazo continúa siendo parte del cuello de botella que hoy presenta la economía nacional en la consolidación de su desarrollo.
Esta semana, en un nuevo intento de convencer al sistema de que salga a prestar dinero, la titular del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont –junto con la presidenta Cristina K y su ministro Martín Lousteau–, presentó un nuevo programa para pymes que contempla líneas de crédito a tasas bajas.
Los anuncios se hicieron en el auditorio del Banco Nación, totalmente colmado de funcionarios y ejecutivos de entidades privadas, como en la época de Domingo Cavallo, cuando el ex ministro intentaba, en ese mismo escenario, dar giros mediáticos a una realidad de mercado que le daba de manera imperturbable la espalda. Es tragicómico, pero pareciera que en la Argentina la historia siempre termina repitiéndose.
Pero, optimista como se presenta este nuevo gobierno, desde el Ministerio de Economía no se bajan los brazos y siguen las cataratas de propuestas para liberar los fondos que hoy están en el sistema. Cristina K continúa analizando la posibilidad de poner en marcha un banco estatal para el financiamiento de proyectos productivos.
Muchos son los economistas que avalan esta idea y muchos también ponen como ejemplo el buen desempeño que tiene en Brasil el Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico y Social (BNDES), una entidad gubernamental que tiene como objetivo financiar a largo plazo los emprendimientos que contribuyen al desarrollo de ese país.
Si bien las comparaciones son válidas a la hora de hacer este tipo de estudios, no hay que dejar de destacar las diferencias que existen hoy en el plano político y económico entre Brasil y la Argentina. La fortaleza institucional del vecino país es uno de los pilares que permiten sostener en el sistema este tipo de entidades.
Quienes respaldan desde las sombras este proyecto son los empresarios reunidos en la Unión Industrial Argentina (UIA), quienes consideran la creación de un banco de desarrollo como una herramienta que permitiría apalancar el buen momento que hoy atraviesa el sector. Pero la historia, algo que no hay que dejar de consultar, muestra que en la Argentina este tipo de bancos sólo sirvió para entregar créditos a los “amigos del poder”; el Banco Nacional de Desarrollo, liquidado en 1993, es un ejemplo de ello (ver recuadro).
Pero ¿qué es el BNDES y cómo funciona?
Un reciente estudio elaborado por Fundación Mediterránea* destaca que el BNDES es una de las herramientas financieras más importantes con las que cuenta el empresariado brasileño a la hora de analizar futuras inversiones.
Las estadísticas oficiales señalan en este sentido que durante el 2007 el stock de créditos totales otorgados por el sistema financiero brasileño se ubicó en un 34,7% del Producto Bruto Interno (PBI), de los cuales 6 puntos porcentuales fueron créditos con recursos direccionados u otorgados por el BNDES.
El costo de financiamiento a través de esta entidad toma como piso la tasa de interés de largo plazo, fijada por debajo de las tasas de mercado. En la actualidad, la tasa de largo plazo está establecida en un 6,25% anual, mientras que los créditos con recursos libres se otorgan con una tasa promedio del 34% anual, valor similar al que se encuentra en el mercado argentino.
El informe señala que esta tasa de interés de largo plazo tiene dos componentes básicos:
• meta de inflación, calculada para los doce meses siguientes al primer mes de vigencia de la tasa, basada en las metas anuales del Consejo Monetario Nacional, y
• prima de riesgo, que incorpora la diferencia entre las tasas de interés internacional y la de los bonos soberanos que cotizan en los mercados. Esa brecha define un componente de riesgo país en una perspectiva de mediano y largo plazo.
Así, la tasa de interés de largo plazo –al tomar como determinantes la meta de inflación y el nivel de riesgo país– en definitiva se está definiendo como real y positiva (por encima de la inflación), todo lo positiva que implique el nivel de riesgo país. Se trata de una diferencia esencial a la hora de comparar ese escenario con el de la Argentina, donde la tasa de interés que quiere imponer el gobierno es negativa.
Pero, a pesar de esta favorable política de préstamos, el BNDES parece no estar resolviendo el problema del financiamiento pyme: sólo una quinta parte de los créditos otorgados por esta entidad durante el 2007 tuvo por destino micros, pequeñas y medianas empresas. La entidad oficial creó un fondo de garantía que tiene por objeto fomentar el otorgamiento de préstamos a pymes a través de instituciones intermediarias, pero la evidencia real muestra su limitado alcance.
¿En nuestro país puede implementarse algo parecido al brasileño BNDES?
El estudio de Fundación Mediterránea remarca en este sentido que para replicar esta experiencia se debería tener en cuenta:
• La existencia de premios y castigos y un mecanismo de transparencia, cosa que hoy no existe en las entidades públicas nacionales.
• La metodología para obtener la tasa de interés en el mediano y largo plazo. En la Argentina hoy todos estos índices están desnaturalizados. Los datos que oficialmente da a conocer el gobierno nada tienen que ver con la realidad del mercado. Esto genera incertidumbre e impide construir una curva de referencia para tasas de largo plazo.
• Una reducción drástica de las metas de inflación para poder generar tasas positivas en el mercado. Brasil, con una inflación del 4,5% anual y un riesgo país en torno de los 250 puntos básicos, puede proyectar tasas para inversiones con recupero de largo plazo cercanas al 6,5% anual. En este mismo mercado, los créditos con recursos libres (créditos de consumo, tarjetas, etcétera) se ubican en un promedio del 35% anual, valor muy parecido al que tiene la Argentina.
Esta evidencia muestra que ni en el plano institucional ni en el económico están dadas las garantías para que un banco al estilo BNDES pueda funcionar en la Argentina. Las propuestas oficiales que hoy llegan al despacho de la presidenta Cristina K son sólo parte de un sueño que difícilmente pueda implementarse con eficiencia en este mercado.

(*) Documento de trabajo: “La experiencia del BNDES en Brasil, ¿es aplicable en la Argentina?”, de Jorge Vasconcelos y Eliana Miranda (febrero 2008).

El triste recuerdo
del Banade

BUENOS AIRES.- Si la Argentina fuera un país que aprendiera de sus propios errores seguramente la idea de crear un nuevo banco de fomento sería fuertemente cuestionada.
Durante 23 años, entre 1970 y 1993, el país contó con un banco encargado de financiar a las empresas con créditos más blandos que los otorgados por el sistema financiero tradicional.
Se trata del Banco Nacional de Desarrollo, el Banade, que nació en 1970 como una suerte de continuación del Banco de Crédito Industrial. Sin embargo, el paso de esta entidad por la economía argentina no es recordado por los beneficios que dejó sino por los escandalosos créditos que otorgó en su momento.
“El Banade tuvo dos fases: una, cuando financiaba pymes y empresas que pagaban y cumplían con los requisitos, y otra que tenía que ver con los créditos políticos, que tenían el aval del Tesoro y que nadie pagaba”, dijo Rubén Ponzio, el último interventor que tuvo el organismo en 1992 y 1993.
“El sistema funcionaba así. Una empresa venía a pedir un crédito al banco. Muchas veces la empresa no calificaba y el banco recomendaba que no se otorgara el financiamiento. Pero luego el expediente venía con el aval del Tesoro y para el banco eso significaba una garantía del 100%. Que le quede claro algo: el Banade no fue fundido por las pequeñas empresas que pedían créditos sino por las grandes, que nunca los pagaron”, confió el ex funcionario. En mayo de 1993, mediante el decreto 1.027, el gobierno declaró “disuelto y en estado de liquidación” el Banade. La misma norma dispuso que las obligaciones y los pasivos de la disuelta entidad pasaran al Banco de la Nación.
“Recuerdo que ese banco siempre funcionó como una empresa del Estado. Es decir, no estaba al servicio de la comunidad sino al de sus directivos y sus amigos”, rememoró Ponzio. En la cartera que nunca se pagó se encontraban algunos nombres propios que aún resuenan entre los industriales actuales. “Hubo un tiempo en que los empresarios no le pedían créditos al banco; se los pedían al Tesoro y éste los canalizaba por el Banade”, agregó.
Ponzio aseguró que podría estar mucho tiempo contando operaciones escandalosas. “Recuerdo una vez que el Banade se asoció con un banco en Bahrein. Para poder ser socio se aportaron 40 millones de dólares. De ese dinero, se perdió todo”, finalizó.
(Fuente: “La Nación”)



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