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Los Leyro Díaz y su estancia \"China Muerta\"

La familia ha estado siempre muy ligada a las tareas campestres y a la historia de Guardia Mitre. Jorge (II) Leyro Díaz fue uno de los que impulsó la creación de la UNRN junto a Castello. Su empeño por defender la producción derivó en la creación de la Funbapa.

Pago chico, historia grande. Ésta es la de la familia Leyro Díaz. Ligada a la estancia "China Muerta", de 8.000 hectáreas y muy cerca en los afectos de Guardia Mitre.

Se trata de un antiguo casco, añosa arboleda y un bello balcón instalado sobre la margen norte del río Negro, a un tranco de esta localidad o bien de la ciudad de Viedma.

Un horizonte que invita a distenderse en la placidez del campo, donde es costumbre observar la fauna autóctona más el pastaje de vacas y ovejas.

El origen del nombre lo dieron las primeras rastrilladas de avance de las tropas de Murga. La leyenda que perdura es la de unos baqueanos. Cuentan que al descender a caballo al pequeño valle encontraron a una india muerta bajo un árbol. Se había apartado de una tribu para dar a luz pero todo salió mal y ambos fueron encontrados sin vida. Como la tropa apodaba "chinas" a las mujeres aborígenes, el nombre del vallecito quedó para la inmortalidad.

La casona que centraliza el casco es tan antigua que sus objetos parecen de museo. Todo es armonía.

Posee seis habitaciones y una mesa en el comedor que puede albergar a 25 personas. Los muebles fueron traídos de Europa. Las sillas están forradas en cuero de búfalo con una letra "B" bordada en oro en cada respaldo. Hasta hoy, es un verdadero misterio a quién representa esa consonante.

En el ciclo más floreciente, la estancia era un pequeño poblado en sí mismo. Contaba con cinco puestos, 40 peones rurales, un aserradero y hasta una "pulpería".

Su construcción tiene nombre y apellido anglosajón: la familia Claypole, que la construyó en 1895. Luego pasó a manos de Omar Bertorello de Patagones y desde 1931 está en poder de los Leyro Díaz.

Estos últimos conformaron una empresa familiar que nació con Jorge, un cardiólogo oriundo de San Nicolás, quien prefirió el campo en vacaciones en lugar de Punta del Este tras analizar los efectos económicos positivos que podía tener en su vida personal un remate judicial publicado en un diario porteño.

Eran épocas de fantasiosos desafíos. Las carretas, los sulkys y el ferrocarril -que recién se estaba sosteniendo como trayecto regular a Viedma y Patagones- eran los únicos medios de transporte.

Jorge, como especialista, sabía a qué atenerse. Los abrojos, la tierra virgen, el estado de abandono sufrieron una abrupta modificación con trabajo, voluntad y perseverancia.

La primera inversión fue poner en producción 50 hectáreas con un sistema de riego impulsado por una potente bomba de fabricación británica que tiraba 1,5 millones de litros por hora.

Por entonces, a todos les daba vuelta por la cabeza que el agua del río cercano era vital y no era necesario esperar a que Dios la mandara de arriba (ver aparte).

Las actividades en "China Muerta" reunieron, a través de los años, todo un acontecimiento campero con las tareas de castrado, vacunación, descorne y señalada del ganado.

 

LA CONSIGNA DE OTRA GENERACIÓN

 

Al cardiólogo lo sucedió su cuarto hijo, también médico y coincidentemente llamado Jorge (II). Este había nacido en 1918 en el barrio de Palermo.

Antes de radicarse definitivamente en Guardia Mitre a fines de los '50, Jorge II vivió una experiencia singular.

Mientras estudiaba medicina apareció casualmente una nueva oportunidad de tomarle el sabor al campo, más allá de los veranos en el sur.

Las campañas médicas rurales lo acercaron aún más y precisamente en el litoral argentino, adonde viajó para ayudar a luchar contra enfermedades infecciosas.

Como profesional ejerció en Capital Federal y la localidad bonaerense de Bella Vista. La medicina lo apasionaba pero también lo atraía el silencio de la inmensidad patagónica.

Recibió un mandato interior y se mudó con su mujer Edith y sus cinco hijos: Jorge (III), Guillermo, Daniel, Isabel y Juan.

En "China Muerta" los esperaban adversidades. Había que luchar contra las especies depredadoras y la aftosa. El espíritu inquieto llevó a Jorge II a integrar comisiones de carácter conservacionista de la ganadería.

Cambió los ovinos por la explotación de bovinos, a la par que ejercía como médico rural.

Se destacó por su intensa actividad gremial agropecuaria como dirigente de diferentes entidades rurales, llegando a la presidencia de la Federación de Sociedades Rurales de Río Negro.

Con la creación del Estado provincial forjó una sólida amistad con Edgardo Castello. El primer gobernador constitucional también provenía de familias de ganaderos. Vio en Jorge II un luchador nato que no daba marcha atrás en defensa de la ganadería.

Castello no pudo concretar el sueño de la recientemente creada Universidad Nacional de Río Negro. El doctor Leyro Díaz se convirtió en uno de sus defensores, incluso volvió a insistir en el proyecto estando el general Roberto Requeijo en el gobierno (1969-1972), pero recién en el 2007 el Congreso nacional definió el anhelo.

La lucha contra la aftosa no quedó aislada. El poder político lo escuchó en el reclamo constituyéndose en el impulsor de la defensa contra las plagas. De hecho, a principios de los '90 muchos le agradecieron haber sido el gestor de la Fundación Barrera Zoofitosanitaria Patagónica (Funbapa). Su espíritu de lucha se puso a prueba cuando la zona de Guardia Mitre quedó bajo las aguas y hubo que enfrentar la desolación provocada por el escurrimiento de 4.400 metros cúbicos en el invierno de 1958.

Jorge II dejó el campo para ayudar en los problemas médicos que sumieron a los pobladores.

A OTRA COSA

A "China Muerta" había que darle otro empuje y otra alternativa de producción.

La revista "Weekend" los introdujo en el mundo del agroturismo. La oferta fue concreta: un casco de estancia con historia, vegetación autóctona, islas, costas, lagunas y una exuberante pesca del pejerrey, con más de un kilo de peso en promedio.

Comenzaron con amigos, contingentes y algunos visitantes a la comarca Viedma-Patagones que exigían vivir experiencias distintas

Se pensó en un universo de turistas muy selecto de los países centrales, de Estados Unidos y Europa, que podrían venir a descansar.

El proyecto fue estudiado y puesto en marcha en profundidad por Juan, el hijo menor, asesor de empresas, quien dejó la "City" porteña en 1998 para afrontar otros horizontes. El perfil era buscar turistas cansados del Arco de Triunfo y ávidos de otros desafíos como la caza y la pesca en absoluta libertad.

LOS DICTADOS DE LA NATURALEZA HUMANA

La declinación en la salud de Jorge Leyro Díaz y los avatares económicos determinaron que la iniciativa no pudiera consolidarse.

El médico se despidió del mundo en el 2004. Sus cuatro hijos optaron por seguir caminos distintos y en consecuencia la propiedad se dividió. De 40 peones, hoy no llegan ni a la decena en el fraccionamiento, la "pulpería" se derrumbó y el mostrador forma parte del mobiliario del casco de la estancia. Dejó un legado que al menos los hijos resaltan: "Papá se metía en todo -rememora Juan- y era un adelantado para los tiempos que le tocaron vivir. Siempre planteó que había que defender la producción con barreras sanitarias y ahí está la Funbapa. Con el agua para riego, los proyectos de canalización y las asociaciones productivas también pasó lo mismo. Hoy todavía se discute".

 

ENRIQUE CAMINO

ecamino@rionegro.com.ar



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