sted seguramente pensará para sus adentros “cómo machaca con el tema del otoño”... sí, es cierto, pero me da la impresión de que cuando una cosa la vemos años tras año se da una suerte de fenómeno de intrascendencia. Nos maravillamos por el colorido de los follajes y de allí por lo general no pasa. Por eso, para que de alguna forma internalicemos lo que realmente sucede en un árbol cuando se desprende de su follaje, posiblemente seamos capaces de respetar un poco más “su vida íntima”. Como ven, siempre me inclino a comparar a un vegetal con otro ser viviente, en este caso nosotros mismos. SUR, COLOR Y DESPUÉS... Muchas veces he hecho el ejercicio mental de imaginarme viviendo en plena línea del ecuador, allí donde nunca hay invierno y en cambio crecen las orquídeas y otras flores de inigualable belleza prácticamente en las rendijas de las paredes. Confieso que me sentiría halagado en primavera y verano, pero extrañaría horrores los otoños de la Patagonia. Es que la caída del follaje otoñal, llamado científicamente “senescencia”, es un fenómeno que se da en árboles y arbustos de zonas frías y es una forma de evitar la deshidratación del vegetal cuando el agua del suelo se congela por varios meses. Esto no es habitual en la franja comprendida entre los ríos Colorado y Negro, pero este año lo sufrieron en la Zona Andina, a tal punto que los viveros de esa región perdieron muchas plantas por este motivo. Aquí en el Valle, recuerdo que en el invierno de 1989 también tuvimos un fenómeno parecido, pero de pocos días de duración y no alcanzó a dañar a nuestras plantas del jardín. En esa oportunidad, hacer un pozo para plantar fue tarea imposible. SENESCENCIA La caída del follaje no es simplemente un tirar las hojas, sino que es la consecuencia de un complejo fenómeno físico-químico, que está influenciado por fenómenos externos como el acortamiento de los días de luz, la disminución de la iluminación solar en longitud e intensidad y acelerado por las temperaturas en descenso. Por eso, decía el domingo pasado que cuanto más lento sea el descenso de la temperatura también lo será este proceso de abscisión y más intenso será el color. Las hojas caen no sólo para evitar la deshidratación del árbol, sino para conservar la calidad de los nutrientes. Por ejemplo, pueden caer en pleno verano por falta de agua y es un recurso típico de las plantas de zonas desérticas, pero el único color que tendrán será el parduzco. Por el contrario, cuando se inicia la senescencia, la planta comienza a almacenar sus nutrientes en forma de hidratos de carbono. Los retira de las hojas y los traslada a los tejidos que los pueden almacenar, como ser raíces, troncos y ramas principales, pues le serán indispensables para la brotación de la primavera siguiente ... ergo: cuando menos se lo molesta en este proceso y cuanto más extendida sea la senescencia, mayor será este almacenamiento. Pero antes de que cada hoja caiga, se va produciendo muy lentamente un tejido de bloqueo del agua en la inserción de cada pecíolo con la rama que la sostiene. Este tejido da lugar a una superficie corchosa, blanda al principio y que luego se va endureciendo, que protege a esa zona contra agentes climáticos y patógenos. En la foto de la derecha, cicatriz dejada por una hoja de nogal. En el centro se ve la sombra de lo que fue la arteria principal del pecíolo, que llevaba la savia bruta a la hoja y debajo y a los costados, los conductos que llevaban la savia elaborada al resto de la planta. EL COLOR Pero cuál es el motivo de la aparición de esos colores espectaculares que abarcan desde el amarillo oro al rojo fuego. Esto es privativo de cada especie y variedad y altamente dependiente del desarrollo de las condiciones ambientales. Las hojas están verdes por la gran presencia de clorofila, que es la que le permite realizar la fotosíntesis, pero también están presentes otros elementos de color que hasta allí estaban tapados por ésta. A este conjunto de colores se lo llama “sistema fitocrómico”. Por influencia de los factores externos ya mencionados, la clorofila se va degradando y una parte de sus nutrientes es reabsorbida por la planta en forma de azúcares y almidones y, a medida que empalidece el verde, hacen su aparición los colores de fondo, especialmente los conocidos como carotenoides, que dan el color rojo y conocemos especialmente a través de la zanahoria y manzanas rojas, aunque no son privativas de los vegetales, pues también se hallan presentes en el plumaje de muchas aves, caparazones de insectos y la yema del huevo. La paleta de colores abarca desde el amarillo, pasando por el anaranjado hasta el rojo. Los responsables del color otoñal son las numerosas doble-combinaciones de estas sustancias. Y para finalizar y a modo de pensamiento, sabemos que a muchas personas el otoño les da melancolía porque inconscientemente relacionan la senescencia de las hojas con el propio e inexorable envejecimiento ... será por eso que la naturaleza nos quiere dar un toque de alegría en medio de estas sensaciones melancólicas. CARTA DE LECTORES: GOMPHOCARPUS Le envío fotos de la planta que tiene mi prima en la ciudad de Tandil, y a la que nosotros la bautizamos “la planta de los patitos”, porque si se cortan esos tipos de frutos verdes, tienen forma de patos, y si se los coloca en un plato con agua se mueven. Son fofos al tacto y sólo contienen la semilla de la planta. Le cuento que en mi casa, acá en Neuquén, la hice de semillas. Iba todo bárbaro, el primer año no dio nada, este segundo año hasta superó las heladas, sólo que se me apestó y se secó. Ahora mi prima me mandará nuevamente semillas. Agradecida. Alicia La planta se llama Gomphocarpus (léase “Gomfocarpus”) y la variedad puede ser fruticosus, o sea que el nombre completo de la susodicha sería Gomphocarpus fruticosus, un nombre que parece un trabalenguas pero la culpa no es mía. Todo tiene un porqué. Gomphocarpus procede del griego “gomphos”, que significa clavo o diente y “karpos”, que significa fruto, o sea que la traducción literal sería “fruto con clavos”. ”Fruticosus” procede del latín “frutex”, que significa arbusto o arbustivo. Espero que con esto quede aclarado quiénes son los culpables ... el griego y el latín. Es una planta arbustiva sudafricana, con flores blanquecinas y frutos inflados, sin pulpa, introducida y asilvestrada en muchas partes del mundo. Se la conoce como "mata de la seda" y se reproduce por semillas que toman la forma de lo que llamamos “panaderos”, o sea que cada una se halla provista de un tipo de paracaídas sedoso y así se dispersan a gran distancia suspendidas en el viento ... será de allí su nombre común.
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