" "Mi poesía no es desgarradora, es algo pesimista y un tanto fatalista. He apuntado en casi todos mis poemarios, excepto en los dos últimos, a reflejar experiencias dolorosas que pasan también por el cuerpo de mujeres, eso es cierto. Pero lo que más me ha interesado, cuando me releo, veo que ha sido retratar los instantes feos de la vida, la soledad, el fraude cultural: no hay nada para siempre. La fugacidad es la gran lección. Ahora sé que sólo se vive de los instantes y éstos son los que me hacen gozar y sufrir. No hay nada detrás ni delante. Los recuerdos acaban siendo selectivos. La experiencia no. Con eso te respondo a que la poesía tiene que ver con todo. La expresión 'todo' es muy compleja, alberga también lo que no se sabe". " "No hay cuerpo sin alma, sin intelecto y sin piel. Somos una unidad. Como dicen los orientales, con algo de yin y algo de yang. Quizás los hombres, generalmente, se han preocupado más de la estética a la hora de cultivar la poesía; no olvidemos que el poema se libera de las tiranías de las modas en este siglo pasado. La mujer, sobre todo, muchas poetas norteamericanas nacidas en los años veinte, como Sylvia Plath, Anne Sexton, Sharon Olds, Adrienne Rich, tuvieron muy en cuenta su cuerpo, porque era un cuerpo que había sido maltratado a causa de las imposiciones morales que tuvieron que aguantar, desde ser madres a tener un compañero, sin posibilidad de elegir qué era lo que realmente querían; entonces el cuerpo deviene en víctima de esa fatalidad histórica y cultural que nos ha tocado vivir a las mujeres. Yo leí a esas poetas y me influyeron mucho. Habría que intentar, para superar todo eso de lo estético y del cuerpo, ser más flexible, captar la mirada en ambos lugares, que del alma se pase a una mano que sacude el polvo a una chaqueta. Eso es lo que me interesa de la poesía actualmente, que me dé esa versatilidad, esas miradas desde dentro y desde fuera bajo una mirada única".
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