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LOS CRÍTICOS, SOBRE QUINQUELA | ||
" "Pintor enamorado del movimiento, el trajinar incesante, el esfuerzo creador... Es un instintivo dotado de intuiciones perfectamente definidas... Quinquela es un pintor externo. Traduce con mano pronta y por sensaciones rápidas... Quinquela Martín quiere ser y es el pintor de la fuerza". (Pagano, José León, en "El arte de los argentinos", Bs. As., 1937). " "Sus cuadros, de un intenso espatular y un pincelar dinámico, prefiguran un don instintivo, casi fauve, en sus años jóvenes, por la impronta de la masa de color, por el uso enérgico de la materia... Es el suyo el caso de un pintor reducido a su patria chica, fiel a ella y admirado por esa fidelidad". (Brughetti, Romualdo, en "Nueva historia de la pintura y la escultura en la Argentina", Bs. As., Gagliamone, 1994). " "No sería exagerado llamar a Quinquela un pintor del trabajo, un trabajo que ennoblece sus composiciones pese a la rudeza de las tareas y que él mismo experimentó como esfuerzo y también como orgullo del hombre que carga con el fardo de su destino... La obra de Quinquela es tan rica como variada. Los colores se adaptan a diferentes estados anímicos así como ocurre con sus motivos... Quinquela fue grande y fue bueno y su arte refleja como pocos la sabiduría del corazón. (Squirru, Rafael, en "Quinquela Martín popular y clásico", Bs. As., Fundación Pettoruti, 1990). " "Fue un expresionista de signo particular, un liberador del color y esclavitud de la forma, no por ignorancia del dibujo sino por intuición del valor que tenía su propia versión de aquel ámbito y sus contenidos... Asume mecanismos futuristas cuando diagrama los movimientos portuarios". (Gené, Enrique, en "Benito Quinquela Martín. Meditación en torno de la vida y la obra de un argentino", Bs. As, Gené, 1986). " "Cada obra de Quinquela es una instantánea de esa Argentina que parece perdida. Un país de trabajadores incansables, donde la cultura del esfuerzo regía las voluntades de todos sus habitantes y en el cual esa parte de la ribera del Río de la Plata, la Boca del Riachuelo que el pintor reflejó como pocos, era la gran puerta de entrada y de salida de la América del Sur. Un país crisol de razas que se expandía a cada minuto como un monumental hormiguero de obreros y marineros y en el cual los artistas, con sus caballetes y pinceles, formaban parte de ese escenario, confundidos entre los changarines. En este punto, la obra del genial artista supera su propia génesis para convertirse en un paradigma ético y social de una nación en crecimiento. Cada pintura puede leerse también como un código, como un conjunto de normas, como una fórmula precisa acerca de cómo construir un país pujante y próspero". (Smoljan, Oscar, en catálogo de "Quinquela Martín y sus contemporáneos", Neuquén, MNBA, 2008). (G.B.) |
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