BUENOS AIRES.- Considerando el elevado ritmo de expansión del consumo, es necesario que la inversión recupere gravitación como puntal del crecimiento. Las presiones inflacionarias generadas por una oferta interna que aumenta pero no lo suficiente tienen consecuencias directas sobre el bienestar social y la sustentabilidad del modelo. Desde el 2004 la evolución del PBI depende cada vez más de la marcha del consumo y menos de la inversión: en el último año la IBIF perdió 0,8 puntos porcentuales (p. p.) de participación en el crecimiento de la demanda interna. Precisamente en el último bienio el gobierno nacional ha desarrollado políticas que impulsaron fuertemente el consumo de los hogares y del sector público, sin generar un estímulo semejante en la inversión. En el 2007 también se sumaron factores que afectaron el clima de negocios: la incertidumbre propia de un año electoral, la crisis energética local y la turbulencia financiera internacional fueron algunos de ellos. En este contexto se vuelve evidente la necesidad de generar un shock que renueve el proceso inversor. Dado que el financiamiento internacional voluntario para la Argentina es escaso, el gobierno puso en marcha distintos mecanismos para aumentar el nivel de ahorro nacional y, de esta forma, facilitar el acceso al crédito. El diagnóstico es acertado: el financiamiento es un catalizador necesario de la inversión cuando la rentabilidad supranormal de las firmas se agota y, en consecuencia, también la posibilidad de autofinanciar nuevo capital. Pasa hoy en la construcción y en otras actividades que ven limitado su crecimiento. Desde fines del año pasado, el gobierno ha tomado una serie de medidas con fuerte implicancia en las condiciones de liquidez en el mercado local. La regla macroeconómica es simple: generar mayor ahorro con el objetivo de financiar la inversión productiva. Las fuentes son, básicamente, el excedente fiscal y los fondos de las AFJP. En primer lugar, el gobierno aumentó la presión fiscal subiendo los derechos de exportación, lo que supone un financiamiento a tasa cero desde el sector público. Si a esa medida se la acompaña con mayor prudencia en el gasto, mejorará la contribución del sector público al ahorro nacional. Luego de los desequilibrios del 2007, este año el superávit primario alcanzará 3 p. p. del PBI, bastante por encima de los 2,2 p. p. que se obtuvieron genuinamente el año pasado. Asimismo, al aumentar los aportes personales al régimen de capitalización del 7 al 11%, el Estado aseguró un ahorro compulsivo de los trabajadores que equivale a 0,7 p. p. del PBI. Por otro lado, el gobierno dispuso la repatriación de los fondos que las AFJP tienen en el Mercosur (mayoritariamente en Brasil). Si bien esta medida se implementará gradualmente, implicará el ingreso de más de 5.000 millones de pesos este año. Adicionalmente, las AFJP quedaron obligadas a invertir en proyectos productivos un porcentaje creciente de sus carteras, llegando al 1% a partir de octubre. Sólo esta medida implicaría el desarrollo de inversiones reales por aproximadamente 1.000 millones, monto similar al que contempla el proyecto de relanzamiento del Régimen de Promoción de Inversiones. A través de estas vías el gobierno se asegura nuevos fondos que apuntan a equilibrar los principales limitantes de los bancos: el cortoplacismo y las elevadas tasas de interés nominales que deberían convalidar para seducir a los ahorristas privados. Para los trabajadores –como la inflación es superior al rendimiento de un depósito– consumir es una decisión más racional que ahorrar. Las AFJP, en cambio, ofrecen fondos de mediano y largo plazo a tasas más reducidas. En este sentido, todas estas medidas ya están generando una disminución de las tasas de interés. Por ejemplo, desde el máximo de noviembre pasado, la tasa call (entre bancos) se redujo más de 300 p. b. y la Badlar (bancos privados) más de 500 p. b.; hoy ambas se ubican en niveles cercanos al 8% anual, un dato importante pero no determinante a la hora de liberar el financiamiento. (Fuente: Ecolatina) El problema no reside sólo en la liquidez BUENOS AIRES.- No necesariamente los aumentos de liquidez impulsados desde el gobierno se traducirán en más y mejor financiamiento productivo. El canal crediticio para el consumo está muy desarrollado por los bancos y es mucho más rentable (mayor spread, menores costos de evaluación crediticia y menor descalce de plazos, entre otras ventajas). No es casual que en el 2007 el crecimiento de los préstamos al consumo se haya mantenido excepcionalmente alto, en torno del 60% interanual. Asimismo, la participación de las principales líneas destinadas al consumo aumentó 5 p. p. entre enero del 2007 y el mismo mes de este año (del 26,1 al 31,2%). Para lograr un verdadero shock de inversiones productivas no sólo es necesario generar las fuentes de financiamiento, sino también los canales. En este sentido, los bancos deberán recuperar la capacidad técnica para el análisis crediticio y, sobre todo, la voluntad para desarrollar negocios. Este proceso naturalmente tendrá que ser liderado por los bancos públicos. El financiamiento es clave para sustentar un salto inversor, pero resulta insuficiente por sí solo para compensar otras restricciones. Previsibilidad en la proyección de los negocios e infraestructura básica acorde siguen siendo dos de los condicionantes más evidentes.
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