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La cultura popular refleja la caída del dólar
El músico Jay-Z y la modelo brasileña Gisele Bundchen son algunos
de los referentes de la cultura popular que exhiben la sensación de un
debilitamiento del dólar americano con respecto a otras monedas.

Cuando la gente empieza a hablar de raperos y supermodelos que subestiman el dólar se advierte que hay problemas. En momentos en que la moneda estadounidense cae a nuevos records de baja ante otras divisas, el magnate del hip-hop Jay-Z da a conocer su nuevo video, en el que muestra euros en vez de dólares. Y diversos medios de prensa reportaron recientemente que una de las modelos más ricas en el mundo, Gisele Bundchen, optó por que se le pagase en euros a causa de la debilidad del dólar. Su portavoz ha negado esas versiones, diciendo que a Bundchen se le paga en la moneda del lugar en donde trabaja.
No obstante, el euro llegó a cotizarse a a un record de 1,4752 en noviembre y la libra británica lo ha hecho a sus mayores niveles desde inicios de los ochenta.
El dólar canadiense alcanzó paridad con la moneda estadounidense en setiembre por primera vez desde 1976, y ha estado subiendo desde entonces.
Aunque los inversionistas, empresas multinacionales y viajeros han estado observando la declinación del dólar desde hace años, la cultura popular es un territorio nuevo para esas preocupaciones. El video “Blue Magic’’ de Jay-Z parece haber sido un intento de reconocer la declinación del dólar en una forma irónica y mostrar al artista como un astro internacional que es más astuto que quienes aceptan esa moneda. “Es probablemente una estrategia efectiva ahora que el dólar está perdiendo su imagen como emblema de éxito y extravagancia”, dijo en un mensaje electrónico Steven Tepper, del Centro Curb para Arte, Empresa y Políticas Públicas en la Universidad Vanderbilt.
En el caso de Gisele, ella no sería la primera en favorecer contratos en otras monedas. Casos conocidos son el del inversionista multimillonario Warren Buffett y el del director de PIMCO Bill Gross. “Cualquier empresario internacional que esté moviendo activos en el mundo desea hacer la mayor cantidad de negocios posibles en la moneda más fuerte, que ciertamente no es el dólar en estos días”, añadió Tepper.
La declinación del dólar representa expectativas de que la economía estadounidense se va a desacelerar en relación con otras economías. Recientes recortes en las tasas de interés por la Reserva Federal (banco central) también han contribuido al debilitamiento del billete verde, pues los inversionistas transfieren fondos a países en los que pueden obtener mayores dividendos.
Por otro lado, un dólar débil abarata los productos estadounidenses y los hace más competitivos en los mercados extranjeros, lo que a la vez reduce el déficit comercial. Asimismo, ayuda a algunas empresas norteamericanas con operaciones en el exterior cuyas ganancias son mayores cuando se las convierte a dólares. Pero, al mismo tiempo, encarece los productos extranjeros y los viajes al exterior.
Aunque las referencias en la cultura popular no son un factor muy importante en la ecuación, algunos dicen que pueden tener un impacto suficiente como para apoyar la declinación.
“Obviamente, el que una supermodelo cambie de preferencia monetaria no va a sacudir los mercados en un día –dice Axel Merk, gerente del Merk Hard Currency Fund–. Es solamente un síntoma. Pero por supuesto que tiene un impacto y va a suceder cada vez más”.
Los reportes recientes sobre Jay-Z y Bundchen, los reducidos presupuestos de los viajeros estadounidenses y las hordas de extranjeros que vienen a Estados Unidos para sus compras navideñas pueden haber llevado a los estadounidenses a un punto en el que advierten que el dólar ha perdido su dominio. Si eso ocurre, el efecto más significativo va a ser sentido por aquellos que no estaban al tanto de su rápida declinación, dice Kathleen Vohs, profesora asistente en la Universidad de Minnesota, quien ha estudiado la psicología del dinero.
Aunque economistas y observadores del mercado pueden debatir los pros y los contras de un dólar más débil, su declinación va a dañar el orgullo nacional, de acuerdo con Vohs, haciendo más difícil que la divisa recobre su fuerza. “Una moneda nacional fuerte es en cierta forma indicio de la fuerza de la nación –dice–. Uno puede ver que, cuando la moneda es débil, la gente tiene un sentido de inferioridad en el mundo”.
Vohs mencionó el complejo que los canadienses solían sentir acerca de su moneda, que fue más débil que el dólar estadounidense durante 31 años. Ahora los papeles se han revertido: los estadounidenses son blanco de bromas por sus vecinos del norte.
Pero no todo el mundo está de acuerdo con que esa atmósfera va a afectar la dirección de la moneda. “No creo que sea tan importante que Jay-Z esté exhibiendo euros”, opinó Marc Chandler, jefe de estrategias monetarias para Brown Brothers Harriman. Los estadounidenses lidiaron con el problema monetario opuesto en los ochenta, cuando los vehículos económicos de Japón ganaron popularidad y los japoneses compraban importantes compañías estadounidenses y propiedades. En reacción, los norteamericanos culparon a los intereses extranjeros de la pérdida de empleos en el país y políticos estadounidenses demandaron que Japón fortaleciera el yen, bajo amenaza de sanciones comerciales.
Chandler espera esta vez un resultado menos espectacular, con el dólar recuperándose el año próximo ante otras monedas importantes, a medida que otras bancas centrales rebajen sus tasas de interés.

 



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