>
¿Carne o granos?, el gran dilema

La decisión es difícil para el productor rural. Cultivar soja es un "negocio brillante".

Los argentinos se apasionan con su carne vacuna, brindada por ganado que pasta libremente en sus fértiles praderas pampeanas e ingrediente fundamental de la cocina nacional, aguardada con fervor casi religioso en los asados dominicales a lo largo y ancho del país.

Pero aunque los argentinos figuren entre los mayores consumidores mundiales de carne, a razón de unos 70 kilos anuales por persona, el creciente aumento en el precio mundial de los granos está volcando a muchos ganaderos a vender sus animales para dedicarse hacia cultivos más lucrativos.

Desde el 2005 se estima que unas tres millones de hectáreas antes dedicadas a la ganadería se destinan actualmente a la agricultura, según Pablo Andreani, analista económico de la empresa AgriPAC Consultores de Buenos Aires.

Las retenciones a ciertas exportaciones de alimentos establecidas por el entonces presidente Néstor Kirchner como medidas antiinflacionarias, que derivaron en una sobreoferta de carne al mercado interno, han mantenido el precio de la carne vacuna estabilizado, mientras en cambio los precios de la soja, el maíz y el trigo se iban por las nubes.

Este proceso ha hecho que la Argentina, el mayor exportador mundial de carne hasta la década del '50, hoy figure en cuarto lugar, según estadísticas del Departamento de Agricultura de EE. UU., detrás de Brasil, Australia y la India. Y lo que es más desalentador aún es que este año podría descender al quinto lugar, desplazada por Canadá.

La visión romántica de la vida de campo sigue siendo importante en la cultura argentina, pero la ecuación económica resultante ha cambiado.

Alentados por la producción estadounidense de etanol y por el interés mundial en los biocombustibles, los precios de la soja, el trigo y el maíz han alcanzado niveles sin antecedentes. Algunos analistas económicos sostienen que, actualmente, el cultivo de la soja es tres veces más redituable en la Argentina que la cría de ganado.

Otros opinan que se carece de estadísticas confiables. Pero, de todas maneras, la tendencia adversa a la ganadería es muy fuerte, según el especialista Ricardo Baccarin.

"El cultivo de soja es hoy un negocio brillante en la Argentina'', dice Baccarin, analista jefe de Paniagrícola SA, empresa dedicada a la comercialización agrícola. Actualmente la mitad de la tierra

cultivada está dedicada a la soja, un proceso al que ayuda el hecho de que esa planta leguminosa pueda ser cosechada ocho meses después de sembrada, en comparación con los dos o tres años requeridos para criar un vacuno. La soja requiere también menos fertilizantes que el trigo o el maíz.

Aproximadamente el 90% de la soja es exportada a buenos precios, gracias a un sólido mercado de futuro y a la creciente demanda mundial.

"No hay quejas de quienes cultivan soja", comenta Baccarin, al recordar que el trigo, el maíz y la carne están sujetos a mayores regulaciones por ser consumidos en el mercado interno y debido a los programas antiinflacionarios del gobierno.

Pero esta tendencia provoca amargura en Alfredo Guillermo Silveira, que durante 22 años trabajó en un campo dedicado a la ganadería, hasta que los propietarios vendieron los 1.000 vacunos para volcarse al cultivo de la soja y el sorgo.

La mecanización agrícola ha provocado desempleo mientras los precios de los campos se duplicaron desde el 2002, por la creciente demanda de tierras de cultivo, explica Marcelo Fielder, jefe de política económica de la Sociedad Rural, que agrupa a los grandes propietarios de tierras.

La lucha contra la inflación fue el objetivo que inspiró a Kirchner cuando suspendió la mayor parte de las exportaciones de carne. El año pasado los embarques de carne alcanzaron las 480.000 toneladas, en comparación con 700.000 en el 2006.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se ha comprometido a mantener un elevado impuesto a la exportación, que encarece demasiado la carne para los compradores extranjeros. Ello obliga a los ganaderos a seguir destinando el 80% de su carne al abarrotado mercado interno, en el que tanto los precios como las ganancias son reducidos. (AP)




Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí