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“La obsesión de pensar en el futuro”
Titular de la carrera que forma profesores e investigadores desde hace 50 años, defiende un perfil de preparación general de docentes para alentar el “cambio social” y “ciudadanos autónomos y con poder de decisión”.

La directora de la carrera de Ciencias de la Educación de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Graciela Morgade, afirmó que el trabajo de los egresados apunta a lograr “el cambio social” y a que “las personas aprendan su ciudadanía y tengan autonomía, no sólo a que sepan apretar una tuerca”. Morgade destacó que Ciencias de la Educación, que cumplió 50 años, otorga “una formación general que desespera a muchos”. “Permite ver todos los problemas desde la historia, la política, la psicología, la tecnología y la recreación y desde la enseñanza no formal”, remarcó. Para la directora de la carrera, “el proceso de aprendizaje nunca debe terminar”, ya que considera vital que las personas “pueden aprender a ser autónomas y a tener poder de decisión”.
–La carrera de Ciencias de la Educación de la UBA cumplió 50 años de creación. ¿Cómo encuentra a sus directivos y su plan de estudio?
–Este aniversario nos sirve como excusa para revisar el plan de estudios y discutir las necesidades de la educación. Pareciera que esta carrera otorga una formación general que desespera a muchos. Se estudian las leyes, los sistemas, los procesos educativos desde los chicos hasta el adulto que aprende. También se enseña a ver todos los problemas desde la óptica de la historia, la política, la psicología, la tecnología, la recreación y el área no formal.
–¿Cuáles son las incumbencias profesionales y laborales de la carrera y quienes la siguen en su mayoría?
–La carrera está dirigida a pensar la educación con una esperanza para el futuro, porque tenemos la obsesión de pensar en el futuro. Un licenciado en Ciencias de la Educación, entre otras atribuciones, puede trabajar en la formación de docentes, acompañar procesos educativos en términos de escuela, de planeamiento de políticas; además, muchos trabajan en áreas de gobierno de varias jurisdicciones del país y también en el sector privado.
–¿Qué tareas cumplen en las empresas y otros organismos del sector privado?
–La tendencia moderna es que la escuela desde el nivel inicial da participación a los ciudadanos, pero que también a lo largo de la vida se sigue aprendiendo. Lo que hacen precisamente los egresados de la carrera es lograr que las personas aprendan su ciudadanía y tengan autonomía, no sólo que sepan apretar una tuerca.
–¿Y cómo combinan esa filosofía con la de las empresas y fábricas?
–Para el mundo capitalista en que vivimos, es a las personas con más autonomía y poder de decisión a las que mejor les va, y por ello se les enseña a generar más espacios a través del conocimiento y no sólo a aceptar la subordinación. Hay que salir de la idea de que la formación para el trabajo sirve para la explotación. Desde las Ciencias de la Educación es posible trabajar para cambios sociales que se construyen desde abajo, ya que se apunta a ayudar a que otros aprendan y se desarrollen.
–¿Qué opina del múltiple rol actual de la escuela?
–Pareciera que la escuela tiene la responsabilidad de toda la realidad económico-social que viene excluyendo. Anteriormente casi la totalidad de los chicos que terminaban la primaria ingresaban al secundario. Hoy la escuela secundaria tiene una distancia muy grande entre códigos y expectativas, es relativamente nuevo que no conserve una tradición humanista. Los docentes añoran los chicos y chicas de antes, el nivel educativo de las abuelas y las mamás. Hay que cambiar muchas cosas, el cursado por año, que los chicos repitan, que es otra humillación; que no existan tutores...

LA ELEGIDA

Graciela Morgade ha dedicado su carrera a investigar las conexiones entre distintos aspectos de la realidad social y la educación, especialmente los relacionados con el género y la sexualidad. Morgade es licenciada y máster en Educación y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Entre sus trabajos más destacados se encuentran “El determinante de género en el trabajo docente de la escuela primaria”, “Mujeres en la educación. Género y docencia en la Argentina, 1870-1930” y “Aprender a ser mujer, aprender a ser varón. Relaciones de género y educación”, donde la autora aporta su visión sobre los procesos en los que se expresan, se reproducen y se transforman las formas establecidas del “ser mujer” y del “ser varón”. Para ello parte de una fuerte hipótesis: la sociedad moderna está caracterizada por una configuración de relaciones entre los sexos signada por la desigualdad y la educación formal, atravesada por diferentes expresiones de esa desigualdad.



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