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LOS JARDINES Y EL DRAMA DEL AGUA
Es importante conocer los sectores QUE MÁS HUMEDAD DEMANDAN para planificar las plantaciones y EL riego.

A pesar de que en nuestra Patagonia Norte vivimos entre dos ríos de importante caudal de agua, como lo son el Colorado y –principalmente– el Negro, tenemos notorias y gravísimas carencias de este líquido vital para la vida de personas, plantas y animales. De yapa, lo que leemos en los diarios no son precisamente noticias alentadoras al respecto.
Vamos a convertir entonces este tema, el del agua, en el principal en este mes de enero, en que el calor aprieta.
Tenemos graves restricciones en el riego de los jardines. Por principio, está prohibido en casi todas nuestras ciudades el riego en horarios “comerciales”, por denominarlo de algún modo, que es más o menos desde la mañana temprano hasta el anochecer.
Para no errarle, entonces, deberíamos regar de noche... digamos entre las 23 y la 1 del día siguiente. Con el cambio de horario, que en realidad nos adelanta el reloj dos horas con respecto al meridiano de Greenwich (por huso horario son cuatro), a las 22 recién está amagando oscurecer.
Pero además de este sacrificio, que bien lo vale el bienestar de nuestros vecinos, podemos ensayar otras medidas. Para eso, es importante saber cuáles son los cultivos del jardín que más agua necesitan.

CONSUMO DIFERENCIADO

En primer lugar, el césped y las florales; en segundo lugar los arbustos y, por último, los árboles. Esto al parecer es una contradicción, pues siempre he sostenido que un buen riego del césped no es suficiente para los árboles. Trataré de explicarlo.
Los árboles evapotranspiran más agua que un césped. Por ejemplo, Mientras que un césped de festuca evapotranspira unos 7 litros diarios por metro cuadrado en diciembre y enero, un abedul adulto puede llegar a los 500 litros por día.
La diferencia fundamental se debe a los sistemas radicales de uno u otro tipo de planta. El césped requiere menos agua, pero sus raíces sólo colonizan unos 30 centímetros de profundidad de suelo y un árbol puede llegar hasta la freática que, si no es demasiado salada, le sirve como recurso alternativo... por supuesto, el árbol también puede aprovechar las pérdidas de cañerías de agua o incluso de cloacas y así proveerse de este vital elemento.
Luego de un riego de 7 litros por metro cuadrado, el césped recupera lo que se perdió en ese día de calor pero, si el riego es menor a eso, comienza a sufrir estrés hídrico, que en buen castellano quiere decir que se empieza a morir de sed. El suelo comienza a perder humedad y la cabellera de raíces va muriendo de a poco, lo que se reflejará en el follaje que, de verde intenso, pasa al azulado (en el caso de la festuca), luego al amarillento y, si no se riega con abundancia, al marrón... allí decimos que el césped “se quemó”.
Un árbol que recibe menos agua que la que necesita fisiológicamente (los 500 litros del caso del abedul) y no la puede absorber de otra fuente, sea porque es demasiado salobre o no hay pérdida de cañerías cercanas, comienza a tener sed, pero más lentamente que un césped, porque las capas de suelo que explora son más profundas y por lo tanto tardan más en perder el agua que retiene entre sus poros.

MÉTODOS DE DEFENSA

Si la sequía persiste o el agregado de agua no son los 500 litros que teóricamente necesita, el abedul (por ejemplo) recurre a otros métodos de defensa. El primero es buscar reducir el agua que sale de su interior y para eso comienza a cerrar sus estomas que, como vimos el domingo pasado, son las aberturas ubicadas principalmente en la cara inferior de las hojas y por las cuales respira.
Al cerrar sus estomas, también se reduce el intercambio gaseoso, principalmente ingresa menos dióxido de carbono, que es lo que se trasforma en azúcares y almidones a través de la fotosíntesis. Con esto, la planta comienza a reducir su crecimiento, a la espera de que mejore la situación.
Si persiste la deficiencia de agua, la segunda medida es comenzar a desembarazarse de todo aquello que le significa no sólo pérdida de agua sino incluso de energía, pues las podrá alimentar cada vez menos. En pleno verano se produce entonces lo que naturalmente recién debería pasar en otoño en forma natural, para prepararse para el frío invernal.
Suele suceder muy a menudo que estos períodos de estrés hídrico sean temporarios. Es decir, por ejemplo, usted se va de vacaciones y nadie riega, vuelve a los quince días y retoma el riego... el césped lucirá “quemado” y los árboles con el follaje flácido pero al poco tiempo se recuperarán.
No obstante esta recuperación, al poco tiempo quedarán las marcas de este período difícil. Un jardinero experimentado sabe “leer” con bastante precisión lo que ha sucedido.
Los bordes de las hojas “quemadas”, son un índice elocuente de que en ellas a faltado el agua. Es cierto, también se puede confundir con un daño en las raíces o un ataque de –por ejemplo– arañuela, pero estas causas de son fáciles descartar si se conoce la “historia” del jardín.
En las fotos que adjuntamos se ven las consecuencias de un estrés leve (2) y más severo (3). Una hoja de viña luce como en otoño (4) y en una magnolia purpúrea el síntoma puede confundirse con un ataque de arañuela.

MÁS VALE PREVENIR ...

A qué apunta entonces esta nota. Simple. Le recomiendo que, dadas las condiciones de falta de agua, limite al máximo las superficies con césped... siempre se podrá volver a sembrar cuando mejore la situación, para lo que evidentemente tendremos que esperar hasta que el poder político asigne los recursos en la forma adecuada y no sólo para nuestras plantas, sino para la calidad de vida de todos nosotros.
Una máxima del jardín dice: un césped se recupera en meses... un árbol tarda años.

SI LA ENVIDIA FUERA TIÑA ...

...cuántos tiñosos habría, dice el dicho. Espero que no sea su caso al ver estas hortensias de un color azul intenso, fotografiadas en un jardín de Roca.
Para que se le vaya la mancha de tiña, le doy el “secreto”. Agregado de azufre en polvo todos los otoños (tres hasta ahora), en una capa generosa sobre el suelo y que después se incorporó con una leve carpida, y agua. Por supuesto, la hortensia tiene que ser del tipo “azul” de potrillo, porque si es del tipo “rosada”, será como el dicho criollo... “al barrigón es al ñudo que lo fajen”.



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